Hace un par de días vi una película titulada "Stranger than fiction" (Más extraño que la ficción), una comedia dramática protagonizada por Emma Thompson y Will Ferrell, entre otros. Me la habían recomendado en más de una ocasión pero no había tenido tiempo para verla, hasta entonces.
Es una película prolija, con la manufactura de esa bien aceitada maquinaria llamada Hollywood, pero, a diferencia de tantas películas de su género, ésta tiene un buen guión. Esa es la clave: el guión. La historia está bien contada y logra una película interesante donde otras han fracasado; porque, seguramente, en ésta ocasión, el mayor costo de realización tuvo que ver con los salarios de sus protagonistas y no, con grandes despliegues de efectos especiales ni escenarios exóticos de filmación. Mis felicitaciones al Sr. Zach Helm por su guión, al Sr. Marc Forster por saber interpretarlo, y a la persona que realizó el casting, porque cada caracterización fue creíble y placentera.
¿A qué viene este comentario en un blog sobre literatura? a que ciertos aspectos de la trama me recordaron el libro de José Saramago "Todos los Nombres".
En la película, el protagonista es un empleado de la temida IRS, o sea un inspector de Hacienda, que trabaja para que cada contribuyente cumpla con sus impuestos, engrosando las arcas del Estado. Harold Crick, ése es su nombre, es un hombre de perfil bajo, con una existencia que de tan simple puede parecer vacía, y tal vez lo sea. Su vida no es más que la reiteración diaria de una serie de rituales y obligaciones laborales, que cumple siempre con precisión a la misma hora, minutos y segundos.
Obviamente, Harold Crick no puede seguir viviendo así por mucho tiempo o no habría historia qué contar.
Ese es el caso también de Don José, en la novela de Saramago. Don José es empleado de la Conservaduría General del Registro Civil, o sea otro funcionario público, y no tiene otros intereses más que los que su trabajo le plantea. Carece al igual que Harold de personas relevantes en su vida que puedan interferir con la monotonía de sus días.
Ambos personajes se mueven guiados por la inercia de lo cotidiano, inmersos en una sucesión de momentos que poco difieren entre sí. Hasta que algo sucede.
Siempre es así en estas historias, sin embargo, en el caso particular de "Todos los Nombres" y "Stranger than Fiction", no son realmente hechos externos los que derivarán en la ruptura de esa existencia líneal; sino el desasosiego que internamente ambos personajes sienten. La necesidad de trascendencia que pugna por salir; esa fuerza primaria que busca que seamos quienes somos y también quienes podríamos ser, incentivándonos con ese estado idílico de plenitud llamado felicidad.
Harold Crick y Don José quieren recordarse a sí mismos que están vivos, y, de ser posible, ser felices. Entonces la trama se dispara. Y los pequeños actos cotidianos, y los objetos que parecían nimios, adquieren importancia, se resignifican. Lo que antes era "normal" empieza a moverse dentro de lo "extraño", y sólo hizo falta para ello un cambio de perspectiva.
Finalmente, cómo no podía ser de otra manera, la búsqueda de la felicidad, la lucha personal por darle un sentido a sus existencias, girará en torno a la Muerte y al Amor. ¿Hay, acaso, otros caminos para entender de qué se trata vivir?.
No voy a desarrollar más estas ideas para no revelar los argumentos. Les recomiendo que lean el libro: "Todos los nombres", José Saramago, Editorial Alfaguara. Y vean la película también, si quieren.
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