viernes, 31 de diciembre de 2010

Felíz Año Nuevo



Mis mejores deseos para todos mis amigos lectores.
¡Gracias por haberme acompañado durante el año que finaliza!







sábado, 20 de noviembre de 2010

Cometas en el cielo



Seis o cinco años atrás, escuché hablar de una novela llamada "Cometas en el cielo" (The kite Runner); era un éxito de ventas, y se la adjetivaba como: "fuerte", "violenta", "dramática", "emotiva", etc, etc, etc. Lo cierto es que a mí, personalmente, me había intrigado el título. Acababa de iniciar la escritura de un nuevo poemario al cual había decidido llamar "El país de los barriletes" ( acá en Argentina nos referimos a las cometas como barriletes) y, justamente, se trata de un conjunto de poemas que tienen como tema central a la infancia (infancia-abandono, infancia-violencia, infancia-nostalgia, infancia-sueño, infancia-juego, infancia-familia: infancia.) Entonces me dije "Qué curioso" porque me habían comentado que la historia giraba en torno a dos niños afganos. Pasaron los años, ya no sa hablaba tanto del libro y salió otro del mismo autor, llamado "Mil soles espléndidos". Me dije: ¡Qué título maravilloso, extremadamente poético! Tengo que leer alguna de estas novelas" Así, en imperativo, tengo qué. En fin, cuestión que recién hace unos cuatro meses leí la primer novela de Khaled Hosseini.
Han sido muchas sensaciones encontradas. Por empezar, dejé, intencionalmente, que pasara cierto tiempo desde su lectura, porque deseaba saber cómo me iba a sentir al respecto cuando el primer impacto se hubiese disipado.
Apenas comencé a leer el libro, me di cuenta de que no me encontraba ante una obra maestra de estilo; era, a fin de cuentas, un libro de lectura bastante accesible, que fluía sin mayores pretensiones. También aparecieron las señales de alerta, que anunciaban la naturaleza del hecho dramático central del argumento... O sea, el autor me preparaba, o no tanto, para el golpe bajo que llegaría inexorablemente. Y digo no tanto, porque en realidad el autor no advierte, sino que prepara un clima expectante que realza el efecto dramático. Llego al séptimo capítulo, donde cobra sentido el nombre del libro... Y ¡zas! me asesta el golpe, yo, que no me hago a un lado, lo recibo de plano. Pero era evidente, me digo, por qué otra razón se hubiera empecinado el autor , una y otra vez, en hablar del bueno de Hassan. Hassan el nene hazara, que es leal en el maltrato, que se muestra siempre honesto y humilde, noble con los villanos, sonriente y valiente en medio de la injusticia... Hassan es, por momentos, inverosímil de bueno. Hassan, el de la cara redonda y los ojos achinados, Hassan el buen amigo. Y uno, leyendo, se va diciendo "¿Qué va a pasarle a Hassan?"... Y uno mira con desconfianza al protagonista de la historia, a ese narrador en primera persona: Amir, el niño afgano de buena familia, el señorito que busca ser reconocido como hijo de su padre. Intuímos, sabemos, que no está a la altura de las circunstancias. Nos damos cuenta rápidamente de que no es tan honesto, ni tan noble, ni tan valiente como Hassan... No es buen amigo. Pienso "de cobardes está lleno el infierno" y me resigno ante lo inevitable.
Pero no, no todo se resume al capítulo séptimo. Quedarían muchos golpes bajos por venir. En cierta forma, el que sean varios, hace que cada vez sea más fácil digerirlos o, incluso, tragarlos sin masticar. Me quedó además la sensación de que me jugó en contra mi sensibilidad hacia determinados temas. Otros, creo, no deben haber estado tan predispuestos a sufrir con el argumento. Un mes después de leerlo seguía emocionalmente afectada; no tanto por el libro en sí, sino porque sé que la realidad de muchos niños, en Afganistán y en tantos otros sitios del mundo, se parece demasiado a la de Hassan... Y hasta la superan en violencia y dolor.
La novela no es amable, y tampoco respetuosa. Es políticamente correcta por momentos, en demasía, y en otros no tanto. Y, sin embargo, cosas para apreciar positivamente encontré varias: el antihéroe que encarna el protagonista; su culpa, su intento de redención a medias, que lo hacen más creíble y, asimismo, no le permite al lector sacarse el malestar de encima. No todo puede revertirse en la vida. No todo mal puede borrarse. Y nos deja un final, casi feliz; o bien, todo lo feliz que una historia, como la narrada, nos permite imaginar. No es un final alegre, pero nos deja entrever que, más tarde, quizás lo sea.
Otro aspecto a destacar me pareció la mención de ese eterno conflicto psicológico con la figura del padre. La búsqueda de la propia identidad frente a un padre que se muestra, o se percibe, omnipotente, infalible. La necesidad de ser reconocido por él, en ese camino tortuoso que se incia en la pubertad y, supuestamente, termina en la edad adulta. Y todo lo bueno, y todo lo malo que hacemos por, desde y para nuestros padres.
Hace cuatro meses la novela me impactó. Hoy, cuatro meses después, pocas imágenes de la misma me quedan. Es un buen libro si uno siente que está emocionalmente entumecido. Si se busca una lectura reflexiva, no creo que sea la mejor opción. Sin embargo, no lean mis palabras con tono ácido; no es esa mi intención. Disfruté este libro, aunque no lo considere relevante ante el paso del tiempo. Lo volvería a leer. Y sí, la novela hace pie en aspectos reales de la sociedad afgana... Y no, no creo que sea una novela testimonial. Notas de color étnico y drama. Y las cometas, por supuesto... Cometas que, en este caso, tienen un hilo revestido de vidrio molido. Imagínense.


Fragmentos...


"La tradición local cuenta que, una vez, mi padre luchó en Baluchistán contra un oso negro sin la ayuda de ningún tipo de arma. De haber sido cualquier otro el protagonista de la historia, habría sido desestimada por laaf, la tendencia afagana a la exageración; por desgracia, una enfermedad nacional. Cuando alguien alardeaba de que su hijo era médico, lo más probable era que el muchacho se hubiese limitado a aprobar algún exámen de biología en la escuela superior. Sin embargo, nadie ponía en duda la autenticidad de cualquier historia relacionada con Baba.Y si alguien la cuestionaba, bueno, Baba tenía aquellas tres cicatrices que descendían por su espalda en un sinuoso recorrido. Me he imaginado muchas veces a Baba librando esa batalla, incluso he soñado con ello. Y en esos sueños nunca soy capaz de distinguir a Baba del oso."


"Un mínimo de dos docenas de cometas surcaban ya el cielo. Eran como tiburones de papel en busca de su presa. En cuestión de una hora, la cantidad se dobló y el cielo se pobló de brillantes cometas rojas, azules y amarillas. Una fresca brisa revoloteaba en mi cabello. El viento era perfecto para volar, soplaba con la fuerza justa para sustentar la cometa arriba y facilitar los barridos. A mi lado, Hassan sujetaba el carrete, con las manos ensangrentadas ya por el hilo"


de "Cometas en el Cielo", Khaled Hosseini. Ediciones Salamandra, 2009.

domingo, 31 de octubre de 2010

Entre fantasmas y calabazas

Imagen perteneciente al sitio web PoeticHome



Miedo
Pánico
Terror

¿Alguien no ha conocido alguna de estas emociones?¿Alguien no las ha conocido todas?

Desde un simple exámen, pasando por la primer cita, la entrevista laboral, la factura de gas invernal, hasta llegar a ese retrato polvoriento que hay colgado en cierta pared en casa de nuestra abuela, si uno mira ese retrato a medialuz, les aseguro, una sonrisa grotesca aparece súbitamente; infinidad de situaciones pueden provocarnos pavor y hacernos temblar como si nuestro esqueleto no fuese más que un recuerdo.

Y, claro, todo empieza en la infancia. Las primeras pesadillas, los gritos enmudecidos, los sudores nocturnos.
Cuando era pequeña, mis hermanos menores solían acercarse a mi cuarto a mitad de la noche. Si un mal sueño interrumpía su descanso, o el recuerdo de aquella película de terror vista a escondidas saltaba sobre su almohada, llegaban sigilosos hasta mi cama. Era eso o acudir a mamá, pero ella compartía el lecho con alguien más: papá. Éste, sin ser demasiado estricto, consideraba como un acto de cobardía mayúsculo el que uno se sometiera al miedo; nada de dormir acompañado o compartir cama, cada uno en su lugar y, como toda luz, el uso de la razón. Esta situación tenía un agravante, que mi padre, por pertenecer a una fuerza de seguridad y estar acostumbrado a realizar guardias nocturnas, tenía el sueño muy ligero... Con lo cual cualquier intento de incursión en su habitación podía ser descubierto antes de lograr su cometido: despertar a mamá y arrastrarla hasta nuestra cabecera. Es por todo esto que mis hermanos acudían a mí, su hermana mayor. Pero también se les presentaba un nuevo inconveniente conmigo, le temían a mi habitación.Repleta de adornos, libros viejos, muñecas y muñecos, les parecía que la mitad de los objetos que habían en ella cobraban vida al caer la noche. Entonces, la mejor solución era llevarme hasta su propio cuarto, persuadida por sus ruegos llorosos y susurrantes.
Pero a decir verdad, no eran ellos los únicos que tenían miedo. Y, en más de una ocasión, yo misma me sentí agradecida de poder abandonar aquellos ojos que se volvían extremadamente brillantes en la oscuridad... O aquel rechinar de la puerta del viejo armario. A veces, sin embargo, no me quedaba más que repetir el viejo ritual de niña aterrorizada en la oscuridad. Aferrarme a la sábanas con fuerza y llevarlas por encima del mentón, y cerrar los ojos como si mi vida dependiera de ello... Hasta que, sea lo que fuere, que yo sentía ahí parado junto a mí, desapareciese. Y mientras, sentir el golpeteo incesante de mi corazón bombeando a todo vapor, el leve sudor humedeciendo mi frente, y mis nudillos convertidos en blancas piedritas de espanto.
¡El amanecer qué benévolo se nos presenta tras noches como ésas!. Un bálsamo piadoso se derrama desde la ventana con la claridad del día. Descanso al fin.

Afortunadamente, los años han pasado... Ahora puedo encender la luz a mi antojo... Y, ¿por qué no? ponerme a leer un relato de terror con fantasmas a los que nada les debo, y vampiros que sólo beben sangre, y no sueños.



"La larva"
Rubén Darío


Como se hablase de Benvenuto Cellini y alguien sonriera de la afirmación que hace el gran artífice en su Vida, de haber visto una vez una salamandra, Isaac Codomano dijo:

-No sonriáis. Yo os juro que he visto, como os estoy viendo a vosotros, si no una salamandra, una larva o una ampusa.
Os contaré el caso en pocas palabras.
Yo nací en un país en donde, como en casi toda América, se practicaba la hechicería y los brujos se comunicaban con lo invisible. Lo misterioso autóctono no desapareció con la llegada de los conquistadores. Antes bien, en la colonia aumentó, con el catolicismo, el uso de evocar las fuerzas extrañas, el demonismo, el mal de ojo. En la ciudad en que pasé mis primeros años se hablaba, lo recuerdo bien, como de cosa usual, de apariciones diabólicas, de fantasmas y de duendes. En una familia pobre, que habitaba en la vecindad de mi casa,ocurrió, por ejemplo, que el espectro de un coronel peninsular se apareció a un joven y le reveló un tesoro enterrado en el patio. El joven murió de la visita extraordinaria, pero la familia quedó rica, como lo son hoy mismo los descendientes. Aparecióse un obispo a otro obispo, para indicarle un lugar en que se encontraba un documento perdido en los archivos de la catedral. El diablo se llevó a una mujer por una ventana, en cierta casa que tengo bien presente. Mi abuela me aseguró la existencia nocturna y pavorosa de un fraile sin cabeza y de una mano peluda y enorme que se aparecía asola, como una infernal araña. Todo eso lo aprendí de oídas, de niño. Pero lo que yo vi, lo que yo palpé, fue a los quince años; lo que yo vi y palpé del mundo de las sombras y de los arcanos tenebrosos.
En aquella ciudad, semejante a ciertas ciudades españolas de provincia, cerraban todos los vecinos las puertas a las ocho, y a más tardar, a las nueve de la noche. Las calles quedaban solitarias y silenciosas. No sé oía más ruido que el de las lechuzas anidadas en los aleros, o el ladrido de los perros en la lejanía de los alrededores.
Quien saliese en busca de un médico, de un sacerdote, o para otra urgencia nocturna, tenía que ir por las calles mal empedradas y llenas de baches, alumbrado apenas por faroles de pétroleo que daban luz escasa colocados en sendos postes.
Algunas veces se oían ecos de música o de cantos. Eran las serenatas a la manera española, las arias y romanzas decían, acompañadas con la guitarra, las ternezas románticas del novio a la novia.Esto variaba desde la guitarra sola y el novio cantor, de pocos posibles, hasta el cuarteto, septuor, y aún orquesta completa y un piano, que tal o cual señorete adinerado hacía sonar bajo las ventanas de la dama de sus deseos.
Yo tenía quince años, un ansia grande de vida y de mundo. Y una de las cosas que más ambicionaba era poder salir a la calle, e ir con la gente de una de esas serenatas. Pero ¿cómo hacerlo?
La tía abuela que cuidó de mi niñez, una vez rezado el rosario, tenía cuidado de recorrer toda la casa, cerrar bien todas las puertas, llevarse las llaves y dejarme bien acostado bajo el pabellón de mi cama. Más un día supe que por la noche habría una serenata. Más aún: uno de mis amigos, tan joven como yo, asistiría a la fiesta, cuyos encantos me pintaba con las más tentadoras palabras. Todas las horas que precedieron a la noche las pasé inquieto, no sin pensar y preparar mi plan de evasión. Así, cuando se fueron las visitas de mi tía abuela- entre ellas un cura y dos licenciados- que llegaban a conversar de política o jugar al tute o al tresillo, y una vez rezadas las oraciones y todo el mundo acostado, no pensé sino en poner en práctica mi proyecto de robar una llave a la venerable señora.
Pasadas como tres horas, ello me costó poco pues sabía en dónde dejaba las llaves, y además, dormía como un bienaventurado. Dueño de la que buscaba, y sabiendo a qué puerta correspondía, logré salir a la calle, en momentos en que, a lo lejos, comenzaban a oírse los acordes de violines, flautas y violoncelos. Me consideré un hombre. Guiado por la melodía, llegué pronto al punto donde se daba la serenata. Mientras los músicos tocaban, los concurrentes tomaban cerveza y licores. Luego, un sastre, que hacía de tenorio, entonó primero A la luz de la pálida luna, y luego Recuerdas cuando la aurora... Entro en tantos detalles para que veáis cómo se me ha quedado fijo en la memoria cuanto ocurrió esa noche para mí extraordinaria. De las ventanas de aquella Dulcinea, se resolvió ir las de otra. Pasamos por la plaza de la Catedral. Y entonces... He dicho que tenía quince años, era en el trópico, en mí despertaban imperiosas todas las ansias de la adolescencia... Y en la prisión de mi casa, de donde no salía sino para ir al colegio, y con aquella vigilancia, y con aquellas costumbres primitivas... Ignoraba, pues, todos los misterios.Así,¡cuál no sería mi gozo cuando, al pasar por la plaza de la Catedral, tras la serenata, vi, sentada en una acera, arropada en su rebozo, como entregada al sueño, a una mujer! Me detuve.
¿Joven?¿Vieja?¿Mendiga?¿Loca?¡Qué me importaba! Yo iba en busca de la soñada revelación, de la aventura anhelada.
Los de la serenata se alejaban.
La claridad de los faroles de la plaza llegaba escasamente. Me acerqué. Hablé; no diré que con palabras dulces, más con palabras ardientes y urgidas. Como no obtuviese respuesta, me incliné y toqué la espalda de aquella mujer que no quería contestarme y hacía lo posible por que no viese su rostro. Fui insinuante y altivo. Y cuando ya creía lograda la victoria, aquella figura se volvió hacia mí, descubrió su cara, y ¡oh espanto de los espantos! aquella cara estaba viscosa y deshecha; un ojo colgaba sobre la mejilla huesona y saniosa; llegó a mí como un relente de putrefacción. De la boca horrible salió como una risa ronca; y luego aquella "cosa", haciendo la más macabra de las muecas, produjo un ruido que se podría decir así:
-¡Kgggggg!...
Con el cabello erizado, di un gran salto, lancé un gran grito. Llamé.
Cuando llegaron algunos de la serenata, la "cosa" había desaparecido.
Os doy mi palabra de honor, concluyó Isaac Codomano, que lo que os he contado es completamente cierto.


Extraído de "Verónica y otros cuentos fantásticos" de Rubén darío, Editorial Alianza, 1995.

viernes, 15 de octubre de 2010

Agua

"La gran ola de Kanagawa" de Katsushika Hokusai



Esta célebre imagen me hizo cambiar lo que iba a escribir a partir de esta línea.
Una ola gigantesca, feroz, se alza como una garra sobre las frágiles embarcaciones. Desconociendo la obra de Hokusai, uno podría pensar que aquí da muestras de ser esclavo de su tiempo. Un artista del siglo XIX mostrando la fuerza incontenible de la naturaleza... Esa fuerza anárquica, irracional y salvaje que el hombre por fin llegaba a domesticar a través de la revolución industrial y el desarrollo de maquinaria. Pero no es así, Hokusai sólo nos muestra uno de los tantos rostros de una naturaleza que observaba con fascinación y reverencia... ¿Acaso deja de ser una ola de gran belleza por su ánimo crispado?.
Entonces pienso en ese hombre moderno regocijándose en autosatifacción, proclamándose vencedor frente a la tiránica naturaleza. Ese hombre que parece decir "¡Miren! ¡He podido domar a la bestia!"...¿Por qué?. Miles de años atrás busco mi respuesta. Recuerdo a Jack London y su "Antes de Adán" hablando de miedos que sobreviven al cuerpo y se incorporan al proceso evolutivo. Los primeros seres humanos, los últimos homínidos, luchando por sobrevivir. Amenazados por otros animales, por tormentas, por el frío y el viento... Y esa bestia azul de garras ondulantes. Miedo acumulándose en sus células, impotencia también. Sobrevivir hasta el día en que pudiesen dejar de temerles.Pensándolo así, concluyo, caprichosamente, que el deseo del hombre por modificar y someter su entorno responde más a una necesidad primitiva y emocional que al exaltado triunfo de la razón y la civilización.
Y acá estamos, un par de siglos después, implorándole a la bestia malherida que resista. Aterrados ante la idea de que muera; sabiendo que hemos de morir con ella.

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Agua.
H2O
Océanos, mares, ríos, lagos, lagunas, arroyos, manantiales, fuentes.
Fuentes.
Agua,
fuente de vida.

Siempre escuché esa afirmación "Agua, fuente de vida". Y cada vez pensé "Por supuesto, ¿no es el agua dónde dicen los biólogos que empezó la vida? ¿no está por eso el planeta tierra compuesto en mayor parte por agua?¿no es el agua condición indispensable para que todo ser vivo siga siéndolo?".
Agua, fuente de vida. ¿Pero qué tipo de fuente? Me pregunto en este instante. Fuente como principio u origen de algo, evidentemente. Sí, evidente. Lo dejo ahí.
Agua como principio u origen de vida. Acá me doy cuenta de que estoy complicada porque acabo de ingresar al territorio de una de mis grandes incertidumbres. ¿Qué es la vida?¿la vida nos precede o sólo existe a través de quienes la contenemos y podemos hacer uso de ella?¿ o la vida nos contiene y sólo somos una manifestación de ella?. No importa ahora. Me acabo de enterar de que la vida se origina en el agua y yo soy posterior a ella. Y me doy cuenta de que no puedo disociarlas de ninguna manera. Agua-vida.
Pero hoy estoy hablando del agua para suscribir al Blog Action Day, para llamar la atención sobre algo que nos tiene a muchos preocupados: el agua como recurso natural y sus problemas. El agua siendo contaminada. El mal uso del agua. La falta de agua.
Hoy estoy hablando de la vida siendo contaminada. El mal uso de la vida. La falta de vida.
Pocos se atreverían a decir en voz alta, y con total soltura, que la vida puede venderse embotellada en una góndola de supermercado. O que pueden usarse millones de vidas para extraer oro... No, al menos, desde la época de la colonia. Hay que ser políticamente correctos.
Sin embargo, por ejemplo, se emplean más de un centenar de litros de agua potable, e incluso agua pura de manantiales cordilleranos, para extraer oro... Más de un centenar de litros por segundo. Miles por hora. Millones de litros en un día.

Hace dos días el mundo entero festejaba el rescate éxitoso de los treinta y tres mineros atrapados en una mina de oro, en Chile. Todos nos alegramos. ¿Quién, además de los directivos de la minera, pudieron pensar que el oro que hay ahí abajo valía más que esas treinta y tres vidas?. Hace dos días nadie. ¿Y hoy? ¿cuántas vidas se están poniendo en peligro en este momento para extraer ese oro?. ¿Cuántas vidas dependen de esos millones de litros de agua potable que se envenenan con cianuro?.

No voy a detallar todas las formas en que se contamina y se desperdicia el agua. No voy a enumerar todas las consecuencias de esa contaminación. Hay tantas personas haciéndolo; hay tantas ONGs trabajando en eso, mejor informadas que yo. Sólo quiero que recordemos que el agua es vida y no podemos tomarla con levedad. ¿Porqué debatimos acaloradamente sobre la eutanasia, sobre la despenalización del aborto o la pena de muerte, pero no sobre cómo las empresas, gobiernos e individuos dan uso al agua?.

Hay personas muriendo de sed hoy, ahora. No estamos hablando a futuro, aunque también debiéramos hacerlo. Hay personas a las que se les niega lo más esencial: la vida.

Enlaces útiles:

www.water.org

Blog Action Day 2010

Greenpeace Argentina: agua



Y queriendo volver a la fuente de este blog confieso que, a mí, personalmente, el agua me da paz. Oír a la lluvia mojándolo todo. Ver la corriente ovillarse una y otra vez. Sentir el agua pasando entre mis manos y el suspiro de la ola llegando a mis pies . Beber hasta saciar mi sed. Dejarme mecer por el vaiven del agua. Son sensaciones que me dan paz. Y sólo encuentro paz donde hay verdad, donde puedo sentirme y ser verdadera. El agua me deja ser. ¿No es una hermosa obviedad?

Acá abajo les dejo un poema y un cuento.


El mar viene del mar
de Don Mario Benedetti.

El mar viene del mar
muere naciendo
simulacro de dios
baba del cielo

Viene del mar el mar
mar de sí mismo
desierto sin memoria
y sin olvido

el mar se lleva el mar
pero en la noche
las resacas no vuelven
al horizonte


Mizu (Agua de "Historias en la palma de la mano")
del maestro Yasunari Kawabata


Apenas la mujer llegó de su pueblo desde Japón para casarse, al hombre lo transfirieron a una estación de observación metereológica en la cadena de montañas de Hsing-an en Manchuria. Lo que más sorprendió a la mujer fue que una lata de aceite llena de agua- un agua turbia y sucia- costara siete sen. Sólo imaginar que con ella tendría que enjuagarse la boca o lavar el arroz le daba náuseas. En seis meses, las sábanas y la ropa interior se habían amarilleado. Y, para empeorar las cosas, en diciembre el pozo se congeló hasta la superficie. Los peones les traían bloques de hielo de algún lugar, y ella los usaba alguna que otra vez para un baño, después de largos preparativos. No era éste un lugar para despilfarros. ¡Qué bendición calentar sus entumecidos huesos! Recordó el baño en su hogar como si se tratara de un sueño imposible. La toalla blanca en la mano, sumergida hasta los hombros en el agua caliente que embellecía sus brazos y piernas.
-Disculpe, pero ¿no le habrá quedado un poco de agua?, ¿me podría prestar un poquito?- una vecina apareció, cargando una botella de arcilla.- Estoy lavando mis cacerolas por primera vez en mucho tiempo, me descuidé y usé toda la que tenía.
Ya no tenía agua, pero le ofreció un poco del té que había sobrado.
-No puedo esperar hasta la primavera para chapotear con mi lavado como a mí me gusta. Qué bueno sería poder salpicar un poco de agua- dijo la vecina.
La abundancia de agua pura era el anhelo de todos los nativos de Japón. La nieve derretida se hacía esperar. El agua derramada de una palangana y absorbida por la tierra. Los dientes de león brotando.
Invitó a su vecina a tomar un baño en su tina. Entonces el tren que iba hacia la frontera norte ingresó en el valle. Era tiempo de tener noticias sobre las condiciones en el frente de batalla en el sur.
-Qué grande- dijo la vecina con voz entusiasta disfrutando de su baño caliente.

Y lo era, desde la estación metereológica en el lejano norte donde trabajaba el marido de la mujer, hasta los cielos de los mares del Sur. Ése era el japón de aquellos días.
Cuando la mujer salió al frente de su casa, las flores congeladas que la niebla había formado en las diminutas ramitas del alerce estaban cayendo, se diría que como pétalos de cerezo. Y cuando elevó la vista, la perfección azul del cielo le recordó los mares de su tierra natal.








jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Quién lo hizo?

"Autoretrato"-Edvuard Munch


Si no existe esa incógnita como premisa no es una novela policial. ¿Quién lo hizo?.
Tres palabras que funcionan como el mejor disparador universal de conjeturas. Incluso en los blogs tenemos la variante literaria, encarnada en ese: ¿Quién lo escribió?; juego en el cual, avezados lectores, ponen a prueba su memoria y dotes detectivescas para dar con el autor de un texto.

Cuando se mencionan las palabras "novela", "detective", "policial", "misterio", en cualquier conversación de sobremesa, seguramente alguien menciona a Conan Doyle, Agatha Christie o , más recientemente, Larsson, Mankell, entre otros autores. Nunca nombran a Wilkie Collins.
Evidentemente, quedan excluídas las conversaciones entre lectores empedernidos de este género, o bien lectores con frondosos antecedentes que bien pudieran conocer a dicho autor.

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de William Wilkie Collins, narrador y dramaturgo inglés, que tiene el poco despreciable mérito de ser considerado padre de la novela policial. Cuestión que no debe ser tan así pero tampoco deja de serlo. Y hasta que alguien demuestre, de manera contudente e incuestionable, que estamos en un error diciendo esto, seguiremos repitiéndolo.

La primer novela policial que leí fue "La piedra lunar" ( The moonstone), escrita por Collins en el año 1868. Clásica entre las clásicas del género. Claro que yo no sabía eso cuando la leí; la encontré juntando polvo en un estante, y la devoré en un par de calurosas tardes de Enero. Podrá parecer lenta para los tiempos que corren, podrá pecar de simple en el argumento... Y seguramente, si hubiese sido escrita actualmente no recibiría el visto bueno de ningún editor (le faltarían homicidios y escenas de contenido sexual); pero a mí me gustó. Los primeros libros son así, como los primeros amores... Se quedan con nosotros sin importar qué o cómo.

Es una novela con un detective: el Sargento Cuff, un detective con cierta debilidad por las rosas y la floricultura. Un mayordomo: Gabriel Betteredge, lector místico de "Robinson Crusoe". Una mujer joven, bella y rica: Miss Rachel Verinder. Un héroe romántico, pretendiente de la susodicha joven mujer, bella y rica: Franklin Blake. Un tercero en discordia: Godfrey Ablewhite. Hay otros personajes característicos del género: el abogado de la familia, el médico, la criada, etc, etc, etc. Y la clave que da nombre al libro: una joya maldita. Un diamante hindú conocido como "La piedra lunar". Obviamente con todos estos elementos se puede construír algo interesante... Si se sabe cómo, por supuesto. Algo novedoso para la época fue, a mi entender, la construcción coral del relato. La historia se "reconstruye" para el lector a través de varios personajes que ofician de narradores. El recurso no resulta tan efectivo para sumarle complejidad, pero sí ayuda a mantener el interés cuando ciertos eventos resultan de resolución muy evidente para el que lee. En esta novela, el lector sabe tanto como el detective sobre lo acontecido; razón por la cual no hay mucho margen para dar giros inpesperados en la trama. Son flaquezas que encuentro ahora, después de haber leído otros libros. Pero hay que tener en cuenta el aporte insoslayable que resultó ser para novelas posteriores. Todo parece fácil de hacer cuando ya está hecho.

La imágen que usé para el post es la misma que ilustra el ejemplar que leí de La piedra lunar. Pareció muy pertinente.

Cosas de la casualidad... Acabo de mirar por el ventanal del balcón. Hay una exquisita luna llena, bien redonda y amarilla. Un poco de neblina. Un ambiente ideal para dar inicio a algún misterio, ¿no?.

Fragmentos:


"- Si mira usted en torno suyo, cosa que muy poca gente hace- dijo el Sargento Cuff-comprobará usted que los gustos de un hombre se hallan, la mayor parte de las veces, en pugna total con lo que hace. Muéstreme dos cosas más antagónicas que un ladrón y una rosa y me comprometo a cambiar mis preferencias... Si no es ya demasiado tarde para realizar tal cosa, a esta altura de mi vida. ¿No le parece, señor jardinero, que la rosa de damasco es un buen injerto para las otras variedades más frágiles? ¡Ah! En mi opinión, sí. He aquí al ama. ¿No es ésa Lady Verinder?.

La había visto antes que yo o el jardinero... Y eso que ambos sabíamos hacia qué lado mirar para dar con ella y él no. Comencé, pues, a pensar ahora que se trataba quizá de un hombre más listo de lo que supusimos a primera vista."


"Ni un solo vestigio de su existencia advertí en el plantío. Cuando, después de trasponerlo, avancé por los médanos en dirección a la costa, pude verla con su pequeño sombrero de paja y la sencilla capa gris que usaba siempre para disimular, de la mejor manera posible, su hombro deforme. Allí estaba, solitaria, dirigiendo su vista, a través de las arenas movedizas, en dirección al mar."

Fuente: "La piedra lunar"- Centro Editor de America Latina- 1979.

domingo, 1 de agosto de 2010

Esa imagen que queda en la cabeza...

"Nightcap" de Duy Huynh


En un principio, iba a comentar uno de los últimos libros que leí. Pero cuando empecé a escribir, esa caprichosa formación de vagones llamada "asociación de ideas", me dejó en un lugar diferente. El libro en cuestión no me gustó en demasía, sin embargo me dejó un par de imágenes fuertes y "generadoras" en la cabeza. Hay libros que tienen ese efecto aunque carezcan de cierto mérito literario. Por otra parte, mi lectura actual, que está siendo algo accidentada, me incrustó una imágen bastante poderosa en el cerebro... Por desgracia, esa imágen violenta mi sensibilidad, así que me causa un gran displacer tenerla ahí.

Supongo, asumo, quizás erróneamente, que no soy la única a la que le sucede esto cuando lee. Muchas veces al terminar un libro, una o más imágenes se quedan rebotando en mi consciencia, y también en mi inconsciente. Algunas veces estas imágenes, ya sea por cierta idea que encierran, por otras que evocan en mí o por determinada emoción que acentúan, generan a su vez otras imágenes y pensamientos; por eso las llamo "generadoras". Hace poco descubrí que hay libros que me ayudan a escribir, que "fertilizan", por decirlo rudamente, mis palabras. No lo hacen de forma consciente, pero tienen un efecto innegable. Esos libros suelen cumplir con dos condiciones: me gustan de forma perdurable y sostenida, y son generosos en imágenes generadoras. O sea que además del placer que me brindan como lectora, me ayudan como poeta.
Es un descubrimiento que puede parecerles obvio, pero a mi me costó algún tiempo sacar esta conclusión en limpio. Les menciono dos de estos libros, a modo de ejemplo: El viejo y el mar, de Hemingway; y Bestiario de Cortázar.

Entonces, a raíz de toda esta nube de pensamientos, terminé sopesando algunas lecturas. Quizás haya bestsellers, y otros que no llegan a serlo, que sólo me sirven para sostener, con su peso, otros más delgados que siempre amagan con caerse del estante... Pero algunos me obsequiaron, en su momento, una imágen de esas que no dejan de dar brincos para llamar mi atención. Razón por la cual, creo que leerlos no fue en vano.








domingo, 11 de julio de 2010

La casa y el mundo




Hace diez días finalicé la lectura de la novela que presta su nombre a este post. El libro pertenece a Rabindranath Tagore, autor que me es familiar por su poesía y sus maravillosos aforismos, pero del cual desconocía su obra en narrativa. En cierta forma, se podría decir que abordé esta novela condicionada por el personaje que encarna su autor; y por esto me disculpo de antemano.

La casa y el mundo es una novela bastante corta, con pocos personajes y un argumento que se desarrolla através de diálogos y monólogos. La ausencia de acciones concretas y la construcción de un clima expectante, hicieron que los primeros capítulos me parecieran algo sinuosos... Por momentos llegaron a impacientarme. Se anuncia explícita e implícitamente un acontecimiento desafortunado, cuyo origen queda a la vista desde el segundo capítulo... Y para el cuarto capítulo ya puede considerarse como algo consumado, aunque tal vez, de hecho, nunca suceda.
Si bien por momentos disminuía mi interés en el argumento, seguí leyendo. Leí hasta que me topé con una pared, que resultó ser la tapa posterior del libro. Entonces moví la cabeza de arriba hacia abajo hasta dar con el pie de página; ¿faltan páginas?, me preguntaba. Acudí al índice. No, no faltaban. Efectivamente, la novela había concluído. Sin embargo, no pude quitarme de encima la sensación de que me habían robado algo. Quizás el estilo de la novela me hizo esperar, falsamente, cierto epílogo que nunca fue escrito.
No es una historia de final abierto, el final simplemente se aleja... Sale de la casa, en el cuerpo de uno de los personajes principales, y me deja viéndolo alejarse.
Voy a adelantar mi juicio personal sobre esta lectura antes de seguir con el ¿análisis? de la misma: valió la pena, el saldo fue positivo. Aprendí un poco más de la cultura hindú-bengalí; y tuve también ocasión de reflexionar sobre un tema que me interesa bastante: la política, las ideologías y su relación con la sociedad.

Los personajes que dan cuerpo a la historia son cuatro:

Bimala: Es el primer personaje en dar su voz al relato. Se trata de una rani, una princesa hindú, un miembro de una casta superior de la sociedad bengalí. Está casada con un maharajá y zamindar (algo así como un señor feudal) de la región, Nikhil.
Bimala es felíz dentro del rol que le toca. Se siente realizada al haber encontrado un marido que la ama y disfruta de ser una especie de reina dentro del acotado mundo en que se mueve: la casa, y ese detrás de escena que esconde la purdah ("cortina", la costumbre de ocultar a las mujeres de la vista de cualquier hombre que no sea un miembro del núcleo familiar). Sin embargo, la intromisión de Sandip, un viejo amigo de Nikhil y líder carismático de un moviento popular, descubre en ella inquietudes que mantenía silenciadas.

Nikhil: es un maharajá, un príncipe hindú y zamindar, señor que posee tierras y colonos a cargo, con todo lo que esto implica. Es un hombre joven, rico y privilegiado, pero también culto y educado, con un profundo deseo de superación. Es discípulo de Chandranath babu, maestro que lo ayuda en su búsqueda de sabiduría y de un bien mayor. Ama a Bimala y desea que ella deje atrás la purdah y los prejuicios de clase, quiere que ella vea al mundo con otros ojos, los suyos. Este deseo, aunque en cierta forma loable, lo aleja de ella. Nikhil es una persona pacífica, que adhiere al swadeshi, el movimiento nacionalista que busca reivindicar lo autóctono desde el consumo y la producción con fines comerciales; sin embargo, no rechaza lo extranjero, se rehúsa a demonizar lo foráneo entendiendo que también es necesario para el desarrollo de su nación.
Nikhil es un nombre de origen sánscrito, que quiere decir algo así como "el hombre sin vínculos, sin lazos". Refiriéndose a la persona que ha dejado atrás los vínculos personales, el apego, para lograr mayor sabiduría. Queda en claro, leyendo la novela, que la elección de dicho nombre se debió a algo más que a un capricho del autor.

Chandranath babu: maestro arquetípico. Es por momentos un alter ego del propio Rabindranath Tagore. Si bien intenta vivir y transmitir su filosofía, su forma de entender las cosas y el mundo, en todo momento; es a su vez una persona con los pies en la tierra, capaz de hacer a un lado las ideas cuando el sentido común o el bienestar del prójimo se imponen.

Sandip: de este personaje diré para empezar que, en cierto punto de la lectura, me hizo exclamar en voz alta: "¡Es un político!"; como quien hace un descubrimiento desagradable. Y realmente lo es y de la peor clase, a mi entender por supuesto. Sandip es un vendedor de ideologías, una persona con gran poder de persuasión y carisma, que sabe dar discursos encendidos y lograr adhesiones, especialmente entre esos individuos ávidos de banderas que enarbolar: los estudiantes universitarios. Disfruta de la amistad de Nikhil, de los réditos económicos que dicha amistad le confiere; pero rechaza el tipo de persona que éste encarna, lo considera débil, ingenuo.
Sandip exclama "¡Bande mataram!" a cada paso, como grito de guerra, frase alusiva a un himno nacionalista. Está decidido a llevar al swadeshi hasta sus últimas consecuencias, desestimando los problemas que con ello trae a su propio amigo y a otros sectores de la sociedad. Piensa que los fines justifican los medios y que él es quién debe dirigir a los demás hacia esa meta.


Hay algo atemporal en esta novela, que hace que pueda trasladarse hasta nuestros días. Ese algo que convierte a muchos libros en clásicos supongo. Transmite de forma sútil, casi furtiva, un entendimiento profundo del comportamiento del individuo y la sociedad frente y dentro de un movimiento ideológico. Retrata al político extremista, al seguidor apasionado, al idealista apolítico y al sabio, el que ejerce liderazgo sin estridencias siendo él mismo un ejemplo a seguir; a todos estos personajes que podemos encontrar dentro de nuestra propia realidad.
El título, la casa y el mundo, hace referencia a ese mundo que representa la casa para Bimala, una mujer; pero también al refugio en el cual el hombre recrea y piensa el mundo. Una parte en el todo.


Fragmentos:

..."-No sería una tiranía egoísta, sino una tiranía en beneficio del país.
-Tiranizar para el país es tiranizar al país. Temo que no puedas comprender esto nunca.

Después de estas palabras dejé a Bimala."


"- El país no es la tierra, son los hombres que ella sustenta-continuó mi maestro- ¿Han lanzado ustedes siquiera una mirada a esos hombres? No, pero ya quieren imponerles la sal que han de comer y los vestidos que han de usar. ¿Por qué han de sufrir esta tiranía? ¿Y por qué hemos de permitir nosotros que la soporten?
-Nosotros no usamos más que sal hindú, azúcar hindú y ropa hindú.
-Háganlo si con ello creen calmar su excitación y alimentar su fanatismo; ustedes son ricos; en ustedes los gastos no hacen mella. La gente pobre no les molesta a ustedes, a pesar de lo cual quieren someterla a sus tiránicos caprichos. La vida de esa gente es en todo momento una lucha para obtener con qué vivir. Ustedes no pueden imaginarse lo que significa para estos desventurados una diferencia de algunos pices; ustedes no tienen nada en común con ellos. Ustedes han pasado su vida en una esfera superior y ahora bajan hasta los pobres para hacerlos instrumentos de su cólera. ¡Es una cobardía!"...


fuente: "La casa y el mundo" de Rabindranath Tagore. Editorial Sol 90, edición de 2003.

viernes, 25 de junio de 2010

Cortando flores a un costado del camino...





...Así, un poco jugando, un poco en serio,
sin darnos cuenta,
hemos llegado al centenar de posts.

¡Gracias amigos lectores!

Y ahora, a lo que venía. Voy a comentar mi última lectura.


Se trata de una novela titulada "Flores de un sólo día", la autora es una profesora de letras nacida en Estados Unidos, de ascendencia japonesa, y radicada en Argentina desde hace varios años, Anna Kazumi Stahl.

[Disgresión:
Esta novela fue o es uno de esos libros que me colocó frente a un dilema: el de la crítica negativa.
Consciente o inconscientemente, siempre trato de no comentar los libros que no me gustan. Los comentarios desfavorables que pueda hacer sobre un libro, siempre me dejan una sensación molesta... Creo que, más allá de que trate de hacerlo con moderación, hay algo de crueldad en la crítica.
Un libro es el hijo mimado de alguien. Aún los libros que consideramos "malos" llevan sus horas de trabajo; cargan con las expectativas y sueños del autor, de sus colaboradores, del editor, incluso con los de la persona que hizo el diseño de tapa. Y viene uno, el lector a decir que no le gusta. Pobre libro... ¿qué mal nos hizo?. ]

El libro gira en torno a dos personajes: Aimée y su madre Hanako; y trata, básicamente, sobre la identidad de ambas (siendo inmigrantes forzosas y teniendo encima un bagage multicultural) y de la relación que hay entre ellas.
Hay dos cosas que hubiese podido saber con sólo leer la novela: que el autor es una mujer y que es profesora de letras. Todavía estoy tratando de discernir si esto es malo o bueno (el hecho de haberme dado cuenta, y si es bueno para una escritora quedar asociada a lo que han denominado "literatura de género"). Pero es así.
Se percibe la mano femenina en la forma en que va tejiendo, o desovillando, el relato. El modo en que trata a los personajes y sus emociones, lo sugiere.
Quizás un error sea confundir a la narradora con la protagonista de la historia, desestimando el proceso de creación. Anna no es Aimée. Una vez hecha esta salvedad, el relato gana cierto crédito.
La novela no es de mi gusto personal, pero no por ello deja de tener aspectos interesantes. Hay una referencia constante y obligada al arte del ikebana. Acercándonos un poco más a esta expresión del arte janponés que, erróneamente, confundimos con algún artilugio de la decoración de interiores. El ikebana tiene aspectos fascinantes, rebosa de simbologías; busca transmitir con sus flores, y demás elementos que lo componen, lo mismo que se transmite a través de los versos. Una tarea por demás difícil si se lo piensa.

Lo que no me gustó...

Los personajes están sobre-descriptos. Esto es para mí, y no tiene que serlo para los demás, un fallo del narrador y uno muy frecuente; especialmente en novelas que tienden a ser muy accesibles, muy "abordables", para aquellos que son sólo lectores esporádicos ( por gusto o por falta de tiempo). Nos describen y explican hasta el hartazgo desde la apariencia hasta las motivaciones del personaje; entonces, en lugar de construírse, de recrearse, en mi psiquis, lo tengo ahí parado, por delante del relato, como maniquí en escaparate. Los personajes parecen no desarrollarse, no crecen dentro del que lee... Y, al terminar el libro, los abandono a su suerte sin el menor miramiento.

El argumento en sí me pareció algo pobre y excesivamente sentimental, por momentos algo inverosímil. Hubieron un par de capítulos que me recordaron ciertos libritos de Corín Tellado (sin intención de desmerecer dicho tipo de lecturas, que, como todo libro, tienen su lugar y su momento en la vida del lector). El ritmo de la narración se me hizo lento en los primeros capítulos; ganó dinamismo con la introducción de algunos nudos a resolver. Siendo concisa, lo que más me disgustó fue el desenlace... Me pareció muy desacertado, me dió la impresión de que le restaba gravedad, intensidad, a la historia. Un final al mejor estilo hollywoodense.

Igualmente, puede resultar una lectura entretenida y, probablemente, después de leer esta novela uno sienta el deseo de acercarse a una florería.

Hago una observación que, pienso, puede resultar de utilidad. Este libro me llegó a través de una conocida que encarna un tipo de lectora con gustos algo diferentes a los míos. Ella siempre me da a leer libros que yo no elegiría, y se lo agradezco. Me incentiva a abrir mis horizontes literarios y, de vez en cuando, encuentro algún libro que me sorprende favorablemente.
Es una lectora pasional, con gusto por las novelas de autoras latinoamericanas: Isabel Allende, Marcela Serrano, Gioconda Belli, Laura Restrepo; y autores contemporáneos como Luis Sepúlveda. Le atraen también las historias que ahondan en ciertos modelos freudianos; así como también aquellas que transmiten una idea de lucha frente a la adversidad, una búsqueda de la propia verdad. Una lectora culta que busca novelas que reflejen, de algún modo, su forma de pensar y sentir sobre la vida misma.
Si eres, sos, este tipo de lector, lectora, quizás disfrutes este libro más que yo.


Los fragmentos...

"Para Hanako era un día como sólo otros dos o tres de su vida. Por lo inconcebibles que fueron. Y por el daño que causa una experiencia que carece agresivamente de sentido. Puntos tenaces en la vida de cada uno, impresos en terribles detalles inmutables. Pero así cómo están, grabados, así se quedan. Ésa es la ventaja que uno tiene: no fluyen en las corrientes de los otros días, más comunes, más acumulativos. Son terribles y estáticos, permanecen como veneno estacionado, como una especie de vacuna, que tal vez duele pero sobre todo previene"...


"Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Aimée y Hanako están en el departamento; salen del cuarto lleno de flores y van hacia la cocina. Son las dos de la misma estatura; caminan al mismo tiempo; se asemejan en los movimientos fluidos de los brazos delicados, las piernas delgadas. Preparan la comida, y están juntas en ese silencio que comparten, que no es frío, sino cálido y continente, como un ambiente en sí. Al tiempo, vuelven a las flores. Hoy son gladiolos naranjas y lirios atigrados, amapolas escarlatas y ramas verdes de pino. Hanako elige entre ellos y comienza- con lentitud sensual, con contemplación- a armar el arreglo que es lo primero que ve Fernando cuando llega a su casa, como un saludo de bienvenida que es todos los días igual y cada vez disinto."


Fuente: "Flores de un sólo día", de Anna Kazumi Stahl. Editorial Seix Barral, primera edición, año 2002.

Para aprender sobre el ikebana:
http://www.jardinjapones.org.ar/culturajaponesa/disciplinas/arte.arreglo.floral/ikebana.htm

viernes, 18 de junio de 2010

Adiós...





Se nos fué otro grande, se nos fué Saramago.
Me consuelo, egoísta, recordando que me queda mucho por leer de su obra, con lo muy bueno, lo bueno y lo menos bueno ... Y entonces me acuerdo de su último libro y los potenciales libros, los no-escritos, y todas las palabras que habrán quedado huérfanas... boyando en el silencio.

Salgo al balcón y miro el cielo, nublado, triste acaso... Me digo: "Y ahora va estar escribiendo nuevas historias en ese cielo en el que no creía". Él no creía, pero yo lo pienso ahí. Sentado junto a Don Mario y su poesía de gorrión.


Uno de sus poemas...

Tengo el alma quemada

Tengo el alma quemada
por saliva de sapo
fingiendo que descubro
tapo

La palabra me infecta
bajo la piel de apariencia
pongo remedio seguro
paciencia

En esta mal no se vive
pero tampoco se muere
cuando el ave no vuela
corre

Quien no llega a las estrellas
las puede ver desde la tierra
quien no tiene voz para el canto
berrea





lunes, 19 de abril de 2010

36ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires




El pasado jueves 22 de Abril dió inició la 36ª Feria del libro, cuyo lema es "Festejar con libros 200 años de historia"... Parece que, este año, la referencia al bicentenario es obligatoria en todos los ámbitos. No pongo en duda la importancia de dicho aniversario, sino que me da la impresión de que transformarlo en un slogan no es la mejor forma de incentivar a la reflexión sobre el curso del país, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
La Feria concluirá el día 10 de Mayo y, hasta entonces, se puede asistir a las conferencias y firmas de ejemplares; participar de la Feria Internacional de Poesía; o bien, simplemente recorrer los diferentes stands, práctica que me resulta más interesante cuando se trata de los de editoriales con menos presencia en librerías de cadena.
Entre los autores extranjeros invitados se encuentran, por ejemplo: Fernando Vallejo, Enrique Vila-Matas, John Katzenbach, Almudena Grandes, Darío Jaramillo, Alessandro Baricco y Yutaka Hosono.
Acerca de la firma de ejemplares, les comento a los que sean padres que la autora infantil Canela va a estar firmando ejemplares; así mismo, los amantes de las buenas ilustraciones y el género fantástico tienen motivos para regocijarse, van a poder contar con la presencia de Ciruelo durante todo el desarrollo de la Feria.
La Feria Internacional de Poesía comenzará mañana, domingo 25, en la Sala Jorge Luis Borges y contará en su primer día con una recitación a cargo del escritor español Antonio Gamoneda.

Finalmente, los horarios de apertura y cierre son los siguentes: domingos a jueves de 14:00 a 22:00, viernes y sábados de 14:00 a 23:00, Sábado 1.º de mayo de 14:00 a 01:00.

Valor de la entrada: lunes a jueves: $12,00 y viernes a domingos: $15,00.

Pueden acceder al Programa General de Actividades y demás información en el sitio web del evento (es el link que está al comienzo del post)

Espero que esta gacetilla les sea útil. ¡Saludos!

jueves, 4 de marzo de 2010

Dime qué lees y te diré quién eres...

"Mujer joven leyendo junto a una ventana", Delphin Enjolras



En un artículo de la revista cultural Ñ, el escritor Martín Serra habla del lector como personaje; en todo momento en oposición a la figura del escritor. Menciona el aspecto esquivo, el anonimato en el cual el lector se desenvuelve como tal, y el misterio que se construye a su alrededor. La figura enigmática del lector, el cual arma su obra lejos del ojo público (la biblioteca personal) y el escritor que es conocido, o reconocido, justamente por la obra que publica. En todo momento deja en claro que la figura del lector es a su entender más interesante. Y yo pensé: para él, que es escritor. Me refiero a que ese interés que despierta el lector, como personaje, con sus peculiaridades, también tiene que ver con la mirada propia del escritor.

En muchas ocasiones, debido a la gran pasión que despiertan en mí los libros, he pensado que quizás debería volverme bibliotecaria. Entonces, podría manipular esos libros viejos y gastados; olerlos, ordenarlos e incluso restaurarlos. Había pasado por alto, sin embargo, otro aspecto: el encuentro con los lectores, con las personas que hacen uso de esos libros. Tomé conciencia de esto gracias al blog de Leox, un lector que trabaja como bibliotecario. En su blog, llamado "Devolución y préstamo", tiene una sección o categoría en la cual caracteriza, de manera muy amena, a ciertos lectores que concurren a la biblioteca en la cual trabaja. Me pareció muy interesante ese enfoque, esa invitación a fantasear y conjeturar sobre la persona detrás de la ficha de lecturas. Después recordé como muchas veces observo los gestos de un extraño en el tren, en la parada del colectivo, haciendo la cola en el supermercado... Me detengo a contemplar porque algún detalle en la apariencia de esa persona captó mi atención, o bien porque manifestó cierta emoción que encontró eco en mí. Observo por un momento y luego imagino, creo un personaje para esa persona que realmente no conozco. Pero siempre he creído que incurro en esa observación de un otro desconocido porque tengo la mirada condicionada, porque tengo el hábito de captar y retener todo lo que me rodea... Percibir para crear y , en mi caso, escribir. Concluyo, que como escritora me resultaría más que interesante ese encuentro con los lectores.
Pero también es cierto que, como lectora, a veces me detengo a leer sobre el autor del libro que estoy leyendo. Me interesa, aunque no en misma medida que su obra, conocer a la persona escondida detrás de las palabras. En este sentido, corro con ventaja; es más probable satisfacer la curiosidad que siente el lector sobre el escritor, que viceversa.
¿Cuándo leemos estamos construyendo un personaje?¿Constituye nuestra biblioteca (material o abstracta) la obra de nuestro yo-lector? ¿Cómo somos cuando leemos?.

Fragmento del artículo:

"La lectura es el último lugar privado. Se pue­den contar sus síntomas y fenómenos exteriores, pero el castillo íntimo de la lectura –ese momento de silencio agazapado entre un animal y su pre­sa– permanecerá inaccesible hasta el fin de los tiempos. A riesgo de plasmar una acrobacia retó­rica impostada, podría confesar lo siguiente: me interesa más saber quién es el otro (por eso leo todo lo que puedo) que saber quién soy (por eso escribo lo menos posible)."
Martín Serra Bradford, escritor y crítico.

lunes, 15 de febrero de 2010

Volver a la escuela...

"Escuelita rural" de Antonio Berni, 1956


Acá, en un par de semanas, inicia el Ciclo Lectivo 2010. O sea que están todas las madres fréneticas, comprando guardapolvos o uniformes, mochilas y carpetas; forrando y rotulando cuadernos... Y, para colmo, haciendo malabares con su presupuesto porque, como todos los años, los útiles escolares están más caros (no pueden ser la excepción siendo que todo aumenta).
¿Los niños? Bien, creo. Aguardan el inicio de clases sin el menor entusiasmo, o temor siquiera. Apáticos hasta la médula. La escuela o colegio no les interesa, no despierta expectativas en ellos, la consideran un lugar de paso (extrañamente éste dura varios años). Quizá porque los adultos no los participan en esta etapa (donde se elige y se proyecta), pero contrariamente les dan el poder dentro de las aulas (permitiéndoles hacer lo que les venga en gana).
En Buenos Aires, se dan además otras situaciones totalmente inverosímiles. Te encontrás con madres conversando sobre si tal o cual colegio tiene tal o cual convenio con determinada universidad prestigiosa, y están inscribiendo a sus hijos para Sala de 2 años. Es la nueva modalidad, optar por una institución privada (porque la pública, que solía ser mejor, va en picada) y asegurarse un lugar en aquella que les ofrece una mejor relación precio/calidad. Se paga lo más que se pueda, resignando otros gastos, para que el niño o niña, hable inglés fluidamente a los diez años, use la PC dentro del ámbito escolar y tenga en claro que el mundo está constituído por "bienes" y no, ideas. Dado que cada vez son más los padres que entienden que el futuro (léase socioeconómico) de sus hijos va a estar condicionado por el colegio al cual asisten, la demanda aumenta... Y se dificulta la obtención de vacantes, por eso el apremio (y el negocio redituable). Hay listas de espera hasta el 2013, en Nivel Inicial. Y esto no se da sólo en las clases medias (siempre deseosas de que sus hijos abandonen finalmente la rueda de hámsters en la cual vivieron sus padres), sino también de los sectores más humildes que empiezan a sumarse a esta tendencia.
Queda en evidencia que la educación en Argentina ya no es, si alguna vez fue, universal y pública. Digo yo, ¿no sería mejor recuperar la escuela pública( mejorar la formación de los educadores y sus salarios; brindar planes de estudio de calidad y actividades extracurriculares; cambiar las pautas de convivencia y normas disciplinarias; refaccionar y ampliar la infraestructura)... Y así, quizás, por ejemplo, mejorar el consumo (que tanto desvela al gobierno); quizás así el dinero que se destina a los aranceles de los colegios privados pueda redireccionarse a préstamos inmobiliarios, compra de automotores, etc, etc. Sólo por hablar del aspecto económico (que es el único que les interesa).
¿No es una locura que una persona que trabaja en el servicio doméstico destine el 50% de su salario al pago de un colegio privado? Esa persona desea que su hijo hable inglés como su empleador, del cual ella no entiende una palabra, y que consiga un mejor trabajo en quince años. No está equivocada la señora, la educación es la base de todo y la herramienta más efectiva de cambio social; pero ella está pagando un costo demasiado alto. Lo que la señora ignora es que ella está pagando, con trabajo y sacrifio, el abandono del gobierno.

Perdonen el desahogo, pero este país parece, cada vez más, una creación de Lewis Carroll.

Finalmente, me asombra que los padres suelen preguntar, durante las visitas a las instituciones educativas privadas y en las entrevistas con sus directivos, por el costo de los aranceles, el nivel de inglés con el que se egresa, si el establecimiento cuenta o no con campo de deportes, si se realizan viajes con fines educativos o sociales... Pero muy pocas veces preguntan por la existencia de una biblioteca, por el lugar que se le da a la lectura en los planes de estudio, o por actividades artísticas y culturales. ¿Será que la lectura no es primordial cuando hablamos de educación?

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Fragmento de una entrevista realizada a Jaime Barylko (filósofo, pedagogo e invesigador argentino, fallecido en el año 2002), en el año 2000 por Rosana Ramonda para el diario La Mañana de Córdoba
Y reproducida en el sitio web educativo Presencias de Música

¿Y es imposible enseñar a pensar?

-Obviamente, porque pensar no es un conocimiento, en realidad es una actividad.
No se puede enseñar a pensar, lo máximo que se puede hacer es nutrir la mente y la vida con elementos que después resulten excitantes y lo hagan pensar.

¿Entonces cuál cree usted que debería ser la meta a alcanzar?

-Lo que hay que considerar es qué necesitamos darles y provocarles a los niños ante este mundo de cambios perpetuos.


Uno de los aspectos es proporcionarles las herramientas para que desarrollen los procesos de pensamiento y los contenidos básicos para seleccionar la información y situarse ante ella.
Otro de los aspectos, el más serio, es cómo construir personas morales y felices. Porque la finalidad no está ni en la matemática ni en la física ni en la química ni en la filosofía, tampoco está en la inserción laboral.

¿Considera que la inserción laboral no debe ser preocupación de la escuela?

-Yo estoy completamente en contra de ese "tubo" que se quiso hacer de la escuela al trabajo, es un tubo completamente fracasado. La escuela tiene que ser la escuela.

¿Y qué es la escuela?

-La escuela es un foco de crecimiento a la altura de los tiempos. Tiene que formar a la persona como ser humano, como ser mental, como ser emocional. Lo fundamental es que tiene que estar a la altura de los tiempos.

¿Cree que está desfasada la escuela respecto a ello?

-La escuela está muy desfasada respecto no sólo de las necesidades sociales, sino también de la altura de los tiempos. Con esto quiero decir que no está en correspondencia con el nivel actual de la civilización y de la cultura.

¿En qué se manifiesta el desfasaje del que habla?

-La escuela necesita reeducarse. La escuela es una función de la sociedad y en la medida en que la sociedad, la cultura y la civilización cambian, la escuela debe replantearse su rol, su función en estas nuevas circunstancias. Y está desfasada en cuanto a que sigue un programa de estudios que, yo creo, tiene como doscientos años.

¿Y los cambios introducidos por la Transformación Educativa?

-No se cambió nada. Esa transformación no existe. Es un acto político. La hicieron políticos, es una ley que hicieron los políticos, y los políticos de educación no saben nada.

¿Cree entonces que es responsabilidad de los políticos que la educación esté como está?

-Y sí, porque son responsabilidad de ellos los programas, la formación docente, la posibilidad de acceso de todos los niños a la educación y particularmente de los que tienen escasos recursos. La otra responsabilidad es de los hogares y de la sociedad.

En cierta manera, usted considera que la familia tiene responsabilidad en la generación de políticas educativas

-Así es; creo que en la medida en que son responsables de la educación de sus hijos, no lo son exclusivamente en sus hogares. Es decir, su responsabilidad no se reduce a enseñarles cómo sentarse a la mesa, o a masticar la comida con la boca cerrada ni mucho menos a pedir permiso, decir gracias o por favor. La responsabilidad abarca también aspectos más macro.
Ellos deben plantearle a los políticos qué educación quisieran para sus hijos. Porque cuando vas a la escuela, tomas lo más querido de tu vida, un hijo, y lo entregas para que hagan con él algo que no programaste, de lo que no participaste.
La educación del futuro va a necesitar absolutamente de la integración de los padres.

miércoles, 27 de enero de 2010

Aquí no vuelan mariposas

Dibujo realizado por un niño en el ghetto de Terezín



Hay una memoria herida detrás de cada genocidio, detrás de cada guerra, de cada acto cruel perpetrado por y contra la humanidad. Una memoria de dolor y de espanto. Una memoria mutilada por las manos de los asesinos y las de aquellos que los aplaudieron, y las de quienes no hicieron nada habiendo podido hacerlo. Memoria que se escapa de nuestras manos porque aunque queramos asirla no podemos reconocer el movimento de sus alas.

En el ghetto de Terezín, cercano a la ciudad de Praga, vivieron y murieron cerca de 15.000 niños judíos. Allí fueron lo que eran, niños. Recitaron versos enseñados por padres, tíos o abuelos; dibujaron, escribieron... No me atrevo a decir: jugaron. ¿Pudo entrar la palabra juego en uno de esos ghettos?. Muchos dibujos, algunas inscripciones y poemas realizados por ellos se conservan en el Museo Estatal Judío de Praga.

"AQUI NO VUELAN MARIPOSAS"
Es una de las inscripciones que se encontraron escritas en las paredes, por un niño, data del año 1944.


¿Por qué prohíben las flores?


Yo entiendo por qué está prohibido
ingresar alimentos al Ghetto:
los nazis quieren que suframos hambre.
Yo entiendo por qué nos prohíben entrar ropas:
ellos quieren que pasemos frío.
Pero... ¿por qué nos prohíben entrar flores?
Eso no lo puedo entender.
Una flor, con un tallo delgado,
llena de color y aroma agradable.
¿Puede un ser humano prohibir las flores?


Fuente: "Seis millones de veces uno" (libro sobre el holocausto), de Eliahu Toker y Ana E. Weinstein.




Estamos tan heridos... (1949)
de Nelly Sachs


Estamos tan heridos
que creemos morir
cuando la calle nos lanza una mala palabra.
La calle no lo sabe,
pero no soporta semejante carga;
no está acostumbrada a soportar un Vesubio de dolores
sobre ella.
Han sido devastados los recuerdos de los tiempos antiguos,
desde entonces la luz es artificial
y los ángeles ya sólo juegan con pájaros y flores
o sonríen en el sueño de un niño.


Mariposa (1949)
de Nelly Sachs

Qué bello más allá
está pintado en tu polvo.
A través del núcleo de la llama de la tierra,
a través de tu chal de piedra
has sido ofrecida,
red de despedida en la medida del pasado.

Mariposa
¡A todos los seres buenas noches!
las importancias de vida y muerte
se hunden con tus alas
sobre la rosa abajo
que se marchita en el arco de luz que madura hacia casa.

Qué bello más allá
está pintado en tu polvo.
Qué signo real
en el secreto del aire.


Fuente: A media voz