miércoles, 12 de marzo de 2008

¿La vida enferma?

Anoche terminé de leer "La hermana" de Sándor Márai. ¿Qué me pareció? Buena.

En realidad mi opinión sobre la novela fue cambiando sobre la marcha. A ver...
"La hermana" no cumple con algunas reglas que yo misma inventé para discriminar entre una novela bien escrita, que cumple efectivamente con la función de entretenerme por un rato, y aquella que dejará una impronta a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los personajes no se revelan a través de sus actos, sus dichos, de la interacción que pueda surgir entre ellos, sino que el narrador nos describe permanentemente cómo son, dentro de lo que él mismo puede saber, dejando poco librado a la imaginación. Por otra parte, no hay un desenlace sorpresivo, acciones inesperadas; todo está dicho de antemano. Pero aún así seguí leyendo; así que tuve que concederle cierto mérito en eso. O sea, es una de esas historias en las que ya se sabe qué y a quién le sucedió tal cosa, y leemos para saber el cómo. Por suerte, cuando ya llevaba dos tercios del libro leído, encontré nuevas razones para seguir leyéndolo.
Esta novela trata sobre la enfermedad. ¿Qué es la enfermedad?¿Qué relación tiene con la vida, con la muerte?. El lenguaje que emplea Sándor Márai para describir el padecimiento de su protagonista, un afamado músico y concertista, "Z", es por demás voluptuoso. El personaje vive su enfermedad y Márai nos participa, regodeándose en el dolor y sus metáforas... Tanto es así que llegó un punto en el que tuve la sensación de que, al voltear la siguiente página, iba a caer presa del malestar. Pensaba "Basta!, que alguien haga algo, que se mejore de una buena vez y me libere a mí, como lectora, de su convalecencia".
Este libro plantea algunas de las cuestiones que me parecen fundamentales para empezar a entender que concepción de vida y que concepción de muerte llevamos a cuestas. "Z" enferma por la vida que ha llevado, o por la negación de la misma; en cierta forma se ha negado a vivir en plenitud, se ha traicionado a sí mismo. Esta traición se manifiesta en la enfermedad y tomará conciencia de ésto cuando acepte a la muerte como algo inevitable e inminente.


Fragmento:

"La hermana", Sándor Márai ("A nóvér", 1946),

..."Y lo entendía de veras. Ahora entendía por qué se había alegrado cuando le había dicho que sentía náuseas al pensar en la música. Y también sentí que en ese momento- por primera vez desde nuestro encuentro- ya no me "trataba", sino que me "curaba", o sea que me ofrecía lo que yo había esperado ávida y silenciosamente: la verdad. Nos miramos tan penetrantemente como dos ladrones que al amparo de la nocturnidad se cruzan de pronto en una casa por desvalijar.
-La mentira que el día anterior aún se llamaba trabajo o deber, ambición o amor, o vida familiar- prosiguió-. Han sido necesarios miles o decenas de miles de días y noches para que en el interior de un cuerpo, en su sistema nervioso, en sus sentidos, esa mentira se transformara en una única realidad insoportable, hasta que un buen día el organismo, todo el individuo, anuncia con un gemido penoso que la mentira se ha convertido en una intolerable sensación de pánico. Grita que ya no soporta su entorno o su propia vanidad, o la rutina con la que ha pretendido tapar el vacío de su vida, que ya no soporta la mecánica repetición en que se ha transformado el talento que le fue concedido por Dios. Y entonces sigue gimiendo y gritando, porque ya no aguanta la mentira transformada en enfermedad. Y siente náuseas, como si lo hubieran envenenado. Y en efecto, lo han envenenado con un veneno pertinaz y desconocido incluso por los curanderos de los Médicis o los Borgia... La vida es veneno si no creemos en ella, si ya no es más que un instrumento para colmar la vanidad, la ambición y la envidia. Entonces uno empieza a sentir náuseas, como...
-Como yo antes del concierto- dije con calma-. El mismo día que usted me trajo en su coche aquí. Y como desde entonces, cada vez que la música me viene a la cabeza."...


extraído de "La hermana", Sándor Márai, Editorial Salamandra, edición de Abril 2007. Traducción del húngaro de Mária Szijj y J.M. González Trevejo.

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