miércoles, 13 de febrero de 2008

La poesía de una loba

En el año 1892, en Sala Capriasca, Suiza, nacía una de las poetas más importantes de América: Alfonsina Storni. Y digo poeta, no poetisa, porque me causa un poco de malestar esa diferenciación de género... Será porque a una mujer que escribe se la considera mujer antes que escritora, como si no pudiesen medirse de igual a igual con los hombres que también escriben. Pero ese es otro tema. O bien, ese era el tema de la loba y su lucha contra el rol dominante ejercido por los hombres de su época.

¿Que puedo decir de Alfonsina Storni que no se sepa ya? yo creo que nada. Se sabe que vivió varios años de su vida en la pobreza, que trabajó como mesera, costurera y en una fábrica. Vivió los primeros años de su infancia en la provincia argentina de San Juan, y luego su familia se mudó a la ciudad de Rosario. Algunos años después decidió escapar de esa realidad que la ahogaba y se unió a una compañía de teatro que estaba de gira. Volvió a Rosario, estudió y se recibió de maestra. Se fue a Buenos Aires, con pocos bienes y muchas ansias. Tuvo un hijo, Alejandro, que la marcó como madre soltera, y también la hizo más fuerte. Etcétera.
Mejor hablo (o escribo) sobre lo que sólo yo sé, mi experiencia como lectora de sus versos.

Lei a Alfonsina Storni por primera vez hace catorce años, y tenía por aquel entonces la misma cantidad de años. No leía mucha poesía en esa etapa de mi vida como lectora, aunque ya la escribía desde hacía cuatro años. Un par de personas me dijieron que tenía que leerla, que había cierta coincidencia entre su estética y la mía (y Alfonsina, desde la espuma verde-gris, se muere, otra vez, pero de risa). Así fue como retiré de la biblioteca un ejemplar de su Poesía Completa.
Quedé fascinada por la intensidad de sus versos, porque, más allá de los lugares comunes en que pudiera incurrir, la emoción que transmitía era genuina. Puede ser que al principio su poesía careciera de cierta originalidad, porque repetía imágenes y símbolos empleados ya por los poetas modernistas; pero hubo también cierta intensión de que así fuera. Alfonsina Storni admiraba a Rubén Darío y al movimiento modernista, y fue ese el lugar desde el cual inició su carrera literaria. Y no estuvo nada mal. Después de su etapa como el cisne-poeta cansado de ver al espacio, su poesía empieza a transformarse.
Las imágenes construídas son más audaces, más mordaces, los versos se vuelven más escuetos. La melancolía de la juventud, su oscilación entre pasión y desilusión, se convierte en crítica y reflexión. La tristeza será una constante en sus versos, al igual que el descontento por el mandato social de la época, según el cual una mujer como ella (artista, independiente, madre soltera), no podía ser "buena".
Creo se podría decir que lo más interesante de su obra surge a partir del libro de poemas titulado "Ocre", pero, para ser sincera, a mi me gusta toda su poesía.

En 1938, agobiada por un cáncer de mamas, se suicida internándose en el mar. Un par de años antes su amigo, el escritor Horacio Quiroga, se había quitado la vida, y ella había escrito:


Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
Y así como en tus cuentos, no está mal;
Un rayo a tiempo y se acabó la feria…
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
Que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías…
Allá dirán.


Sus poemarios son: "La inquietud del rosal"(1916) , "El dulce daño"(1918), "Irremediablemente"(1919),"Languidez"(1920), "Ocre"(1925), "Mundo de Siete pozos"(1934),"Mascarilla y trébol"(1938). Escribió poemas que no están incluídos en estos libros pero sí en sus antologías, además de algunas obras de teatro.

Algunos de sus poemas:

"La Loba"


Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada del llano.

Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,
que yo no pude ser como las otras, casta de buey
con yugo al cuello; libre se eleve mi cabeza!
Yo quiero con mis manos apartar la maleza.

Mirad cómo se rien y cómo me señalan
porque lo digo así: (Las ovejitas balan
porque ven que una loba ha entrado en el corral
y saben que las lobas vienen del matorral).

¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño!
¡No temáis a la loba, ella no os hará daño.
Pero tampoco riaís, que sus dientes son finos
y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!

¡No os robará; la loba al pastor, no os inquieteís;
yo sé que alguien lo dijo y vosotros lo creéis
pero sin fundamento, que no sabe robar
esa loba; sus dientes son armas de matar!

Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta
de ver cómo al llegar el rebaño se asusta,
y cómo disimula con risas su temor
bosquejando en el gesto un extraño escozor...

Id si acaso podéis frente a la loba
¡Y robadle el cachorro! no vayaís en la boba
conjunción de un rebaño ni llevéis un pastor...
¡Id solas! ¡Fuerza a fuerza oponed el valor!

Ovejitas mostradme los dientes. ¡Qué pequeños!
No podréis, pobrecitas, caminar sin los dueños
por la montaña abrupta, que si el tigre os acecha
no sabréis defenderos, moriréis en la brecha.

Yo soy como la loba. Ando sola y me río
del rebaño. El sustento me lo gano y es mío
donde quiera que sea, que yo tengo una mano
que sabe trabajar y un cerebro que es sano.

La que pueda seguirme que se venga conmigo,
pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,
la vida, y no temo su arrebato fatal
porque tengo en el mano siempre pronto un puñal.

El hijo y después yo y después... ¡lo que sea!
aquello que me llame más pronto a la pelea.
A veces la ilusión de un capullo de amor
que yo sé malograr antes que se haga flor.

Yo soy como la loba.
Quebré con el rebaño
Y me fui a la montaña
Fatigada de llano".



"Momento"


Una ciudad hecha de huesos grises
se abandona a mis pies

Como tajos negros,
las calles,
separan el osario; lo cuadriculan,
lo ordenan, lo levantan.

En la ciudad, erizada de dos millones de hombres
no tengo un ser amado...

El cielo, más gris aún
que la ciudad,
desciende sobre mí,
se apodera de mi vida,
traba mis arterias,
apaga mi voz...

Como un torbellino,
no obstante,
al que no puedo substraerme,
el mundo gira alrededor
de un punto muerto:
mi corazón.

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