viernes, 8 de agosto de 2008

Historias en la palma de la mano

Llevo varios días dando vueltas sobre este libro. Si bien concluí su lectura hace menos de un mes, tenía la necesidad de releerlo, de sopesarlo a través de un segundo acercamiento. Me había quedado una impresión contradictoria sobre estas historias, que a veces son poemas jugando a ser cuentos y otras viceversa, y que en otras ocasiones dan la sensación de ser bitácoras oníricas del autor. Me encanta Yasunari Kawabata, y eso fue un problema; así que tuve que sortear esa simpatía para pensar seriamente en esta obra que fue tan querida por él.
Finalmente, tengo que decir que el libro me gustó. Pero no me gustaron de igual forma todas las historias, aunque es cierto que no dejé caer ninguna de la palma de mi mano.
De las que resultaron más significativas para mí puedo nombrar, con ayuda de un machete (son muchos títulos a retener) : La langosta y el grillo ("Batta to suzumushi", 1924), Vidrio (garasu, 1925), Zapatos de verano (natsu no kutsu, 1926) y Estación de lluvias (Shigure no eki, 1928), aunque también hubieron otras entre mis preferidas.
Vidrio (Garasu), es un cuento distinto en el conjunto. Habla explícitamente de la condición de los trabajadores fabriles, de esa masa de gente que sustenta a los que aún consumen en esta época de pre-guerra. Pero también reconoce el escollo que surge entre las personas pertenecientes a clases sociales diferentes a la hora de significar e interpretar el mundo circundante, con sus objetos, actos y gestos; y cómo ésto alimenta la soledad y la incomprensión. ¿La belleza puede trascender la brecha social?¿ el arte le habla al alma o al ser social?.
Zapatos de verano( natsu no kutsu) es un cuento hermoso. Triste, acaso cruel, pero hermoso. No digo más.
Hay otro cuento que me quedó patente, se titula Madre (haha), por no poder considerarlo como tal. Madre es de hecho un poema. Lo cual causa cierta gracia si se toma en cuenta la forma en que Kawabata se refirió a estas historias:
"Muchos escritores, en su juventud, escriben poesía; yo, en lugar de poesía, escribí los relatos que caben en la palma de una mano. Entre ellos hay piezas irracionalmente construidas, pero hay varias buenas que fluyeron naturalmente de mi pluma, con espontaneidad... El espíritu poético de mi juventud vive en ellas".

Hay, en el libro, cuentos con estructura más convencional ( como el "Episodio del rostro de la muerta" o "Cabelleras"), y también hay otros un poco más experimentales ("Tierra", Chi, 1963). También aparecieron durante el recorrido algunos claramente moralistas, tanto así que me parecieron fábulas (como "El marido atado", shibarareta otto, 1930). Y encontré un par que, a mi entender, ¡Kawabata me perdone el sacrilegio!, se malograron al final: "Paragüas" (Amagasa, 1932) y "La langosta y el grillo" ( Batta to suzumushi, 1924).



Fragmentos

"Sonríe de un modo afín al lluvioso cielo otoñal. Pero las mujeres de la estación no sonríen. Son mujeres que, hartas de esperar, están a punto de llorar.
La verdad es que la mujer del vecino no tenía un segundo paragüas para su marido."

de "Estación de lluvias" (Shigure no eki, 1928)

"En el vestuario de la posada, se quedó de pie pasmado. Lo que parecía una rana blanca se colgaba de la Roca Resbaladiza. Cabeza abajo, soltaba sus manos, daba una patada con sus pies y se deslizaba por la roca. El agua canturreaba con un tono receloso. Ella volvía dando brazadas a la roca y se adhería a su superficie. Era esa mujer, ahora con las orejas cubiertas con una toalla firmemente arrollada como un turbante; la misma mujer que había visto esa tarde en el agua"

de "La roca resbaladiza" (Suberi iwa, 1925).

"Pero la luna no brillaba en el espejo a través de la ventana. En realidad, Chiyoko veía el reflejo de la luna sobre el agua de los tanques en el jardín de la azotea. El espejo era una ilusoria cortina de plata. A causa de esta mirada aguzada, su mente tenía el mismo desgaste que la púa de un fonógrafo. Sintiéndose incapaz de dejar la cama, allí se hacía irremediablemente vieja. Sólo su cabello negro, esparcido sobre la almohada blanca, retenía su juvenil esplendor."

de "Peces de colores en la azotea"( Okuyo no kingyo, 1926)




"Historias en la palma de la mano", Emecé editores, 2005. Traducción de Amalia Sato.

3 comentarios:

Camilo Jiménez dijo...

A mí también me encantaron estas historiecitas para no dejar caer de la palma de la mano. Es un poquito feo autopromocionarse, pero por si te interesa, te invito a leer mi comentario sobre este libro aquí:

http://elojoenlapaja.blogspot.com/2007/11/historias-en-la-palma-de-la-mano-de.html

Saludos.

Rayuela dijo...

No conozco nada del autor, salvo este título que encuentro hermoso: realmente todos tenemos un buen pellizco de historias en la palma de nuestra mano.

Veronika dijo...

Yo tardé en conocer a Kawabata, en parte porque no había ejemplares en español disponible y mi japonés es muy básico para pensar siquiera en traducir.
Hace unos pocos años, editorial Emecé lanzó una edición muy atractiva de todas sus obras, con unos diseños de tapa irresistibles para todos los que tengan debilidad por el arte oriental. Tardé tres años en conseguir "País de nieve", porque se agotaba antes de que pudiera dar con un ejemplar; a partir de ahí compré otros títulos.
Me gusta mucho leerlo porque me obliga a asomarme al mundo desde otra ventana, a intentar otra mirada... Kawabata es un estéta de la vida, y yo no puedo vivir sin ese tipo de belleza.

Camilo Jiménez: Ya leí tu post! le diste otro enfoque; me gustó el análisis que hiciste.

¡Saludos a ambos!