martes, 24 de junio de 2008

El chaparrón de la cultura

Era jueves, no cualquier jueves; era el día que marcaría mi regreso a las bibliotecas públicas. El cielo, plomizo y erizado, con nubes que parecían ballenas azules a punto de estallar, no me disuadió. Éste era el día, llevaba conmigo todos los papeles requeridos para asociarme y poder, finalmente, acceder a nuevo material de lectura, sin estar sujeta al estado de la cuenta bancaria.
Dos cuadras antes de llegar, las ballenas dieron a luz. Medí la distancia y me dije "sólo me queda correr". Coloqué una bolsa de cartón que llevaba por encima de mi cabeza y corrí entre baldosas que se hundían al mejor estilo Indiana Jones, bombardeada por las nubes-cetáceos que parecían, otra vez, no estar de acuerdo con el periodista que da el informe metereológico (y el sufijo "lógico" viene sobrando hace rato).
Alcanzo, agitada y mojada de pies a cabeza, el humilde edificio de la biblioteca, tan humilde que llevo viviendo casi dos años a menos de diez cuadras de él y no lo había descubierto. Subo las escaleras como indica el cartel. Un muchacho, joven, pibe, casi adolescente, me mira divertido. Generosa, siempre dispuesta a regalar diversión, lo autorizo a reírse diciéndole "Bueno, creo que algunos centímetros sin mojar quedan..." con la voz algo ronca por el esfuerzo y el frío del aire.
Saco el manojo de papeles y las siempre vituperiadas fotos-carnet( un día voy a dedicarle un post a estas fotografías 4 x 4), que eran feísimas, no podían ser de otra manera, y los coloco sobre el mostrador como quién exhibe un fajo de billetes de alta denominación. Nada servía: cambiaron los requisitos. ¿Qué podía hacer? ¿asesinar al sujeto?¿hacer un berrinche?. Le comenté mi fastidio sin abandonar mi estoico sentido del humor y le informé, para que tenga, que había sido socia de una biblioteca ( más grande, seguramente mejor surtida)por casi ocho años sin devolver nunca un libro dañado o con retraso, y que mi actual desamparo como lectora era consecuencia de una mudanza. Le sugiero la idea de crear un registro único para usuarios de bibliotecas de todo el país (ya que está en boga el asunto del registro único de conductor...), para que lo conversen en esos congresos de bibliotecología a los que no me invitan... Y me dice que es una posibilidad que ya se ha planteado, que, de hecho, en otros países es así. ¿Por qué llego cada quince días (últimamente cada tres), a la conclusión de que estoy en el país equivocado?. Guardo nuevamente mi manojo de papeles y las fotografías, que son feísimas, y me retiro. Me quedo un momento en el hall, preparándome para el nuevo embate del agua. Descubro que se ha creado un charco de significativas dimensiones en la esquina, el cual deberé sortear vaya uno a saber cómo. El viento arrecia y una cascada de hojas rojas de liquidambar cae al suelo. Emprendo el camino de regreso, tratando de no resbalar en los adoquines de la calle, esquivando charcos y paragüas; entonces, recuerdo una entrevista que le hicieron a Arturo Pérez-Reverte en la que decía que la cultura requiere esfuerzo, y empiezo a sentime más culta.

Acá dejo algunos fragmentos para que opinen si, aunque polémicas, sus declaraciones no gritan ciertas verdades, o bien pueden contradecirme.

"Perez-Reverte- No, mira, es un tema delicado. Pero creo que todo ese afán para que los niños lean, que vayan al museo, que se interesen por la pintura, por las bibliotecas... ¿Sabés qué? Creo que es una batalla perdida. ¡Prefiero estar yo solo en la biblioteca! Si a veces me da la tentación de decir "No leáis, no os sintáis obligados, es igual, no hagáis el sacrificio. Dejadnos a los que nos gustan los libros que estemos solos en la biblioteca, solos en el museo, solos en Florencia, solos en la biblioteca Vaticana, con los libros. Quedaros en casa, ved televisión, no pasa nada". Porque yo creo que es una batalla que está perdida." ...

Periodista-¿Y por eso abandonamos a quién tiene pereza?

Pérez-reverte- Una cosa es educar al pueblo y otra es decir que la cultura es democrática. La cultura no es democrática. A la cultura tiene que tener acceso aquel que la merece, aquel que pelea por ella. No es lo mismo un chico que con 15 años carga una mochila y se larga a recorrer Europa y ver museos y catedrales con los ahorros que ha tenido que uno al que su colegio lo lleva por obligación con un profesor que dice "Vamos a ver el Museo del Prado", que le importa un bledo. La cultura es para aquel que la quiere tener, para el que realiza el largo y penoso camino que lleva hacia ella. "

Extraído de Adncultura, La Nación, Sábado 2 de febrero de 2008.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que Perez Reverte tiene razón, en parte. Es cierto que parece un gran esfuerzo desperdiciado el intentar inocular a la fuerza la cultura en todos, independientemente de su interés, y que ese esfuerzo podría dirijirse a mejorar las condiciones para quienes realmente tienen la voluntad de acceder a la cultura. Pero el precio a pagar por dejar de intentarlo es tener nuestras sociedades pobladas, en su mayoría, por gente con una gran ignorancia cultural. Y una cosa es cuando la mayoría no vio una escultura de Rodin, o ni siquiera sabe quien es, pero otra es cuando la mayoría no leyo un libro... que probablemente es lo que está pasando ahora mismo en la mayor parte del mundo. Esto finalmente va a hacer que las bibliotecas y los museos no sean una opción para los ávidos de cultura, sinó su único refugio, o quizá sea la mía una visión demasiado apocalíptica.
En todo caso, por tu historia veo a que grupo perteneces, y te deseo mejor suerte en tu "largo y penoso camino"

Rayuela dijo...

Estoy de acuerdo con el comentario anterior. Es cierto que las cosas, a la fuerza, no suelen dar resultado, pero también lo es que es necesario un buen impulso cultural. Creo que hoy día la gente es cada vez más ignorante y, lo que es peor, le da exactamente igual serlo. No consideran que la cultura posea la menor relevancia cuando, de diversas formas, en ella están nuestras raíces. Debería ser un esfuerzo de todos. Por desgracia los colegios impulsan poco, más bien empujan con órdenes y bajan el nivel para llegar al alumnado. Así sólo llegaremos a tener a nuestro alrededor analfabetos y brutos sin educación (de ningún tipo).

Veronika dijo...

No puedo evitar estar de acuerdo con los comentarios. Aunque los dichos de Pérez-reverte tengan algo de tragicómico, lo cierto es que no se pueden bajar los brazos cuando de algo tan importante se trata.
Pero sí estoy de acuerdo con él en dos cosas: en que hay que apoyar a aquellos que lo intentan por iniciativa propia, en lugar de dejarlos boyando porque ellos flotan por sí mismos y tarde o temprano se las arreglarán para llegar a donde quieren. Segundo, que el conocimiento es intrasferible y requiere esfuerzo. Si bien existe la enseñanza, nadie puede aprender por alguien que no sea sí mismo. Aprender, conocer, siempre demanda algo de nuestra parte. Yo puedo leerle todos los días el mismo texto a Juan, pero si Juan no está interesado, mis repeticiones sólo servirán para desmotivarme a mí y hacerme perder tiempo que podría dedicarle a José, Pedrito y Luis. Eso, creo, está pasando incluso con muchos docentes, que ante la apatía de sus estudiantes terminan resignándose.
El tema es largo y complicado, y eso que he evitado, intencionalmente, la cuestión de ¿a qué llamamos cultura? y otras más.
Saludos a los dos y muchísimas gracias por sus comentarios!!!!!

Rayuela dijo...

Uy, la cuestión de "¿qué es la cultura?" es taaan compleja... Todavía recuerdo que fue el tema sobre el que versó mi primer examen universitario (en la asignatura de antropología), un tema muy amplio que condensamos en no pocas hojas. Pero bueno, imagino que el sentido que mencionas aquí no se refiere tanto a "civilización, costumbres, etc.", sino más bien a cierto cultivo intelectual -en realidad, todo viene a ser lo mismo-. Mira, estas líneas pueden aplicarse a ambas líneas:

"...que la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones, y crea obras que lo trascienden." (UNESCO, 1982: Declaración de México)

Pienso que el cultivo del espíritu es una de las cosas que nos hace humanos, y eso implica el conocimiento de la historia, del arte, de la literatura, de las ciencias, etc., es todo lo que hemos sido y lo que somos, de lo que somos capaces (para bien y para mal). Y, al fin y al cabo, la cultura es comunicación. En los momentos actuales la tecnología hace posible que podamos comunicarnos más y mejor, sin embargo, en ocasiones, pienso que estamos más aislados que nunca, que nos comunicamos peor los unos con los otros. Reducimos el lenguaje, perdemos vocabulario y aceptamos, por fuerza, desviaciones lingüísticas. Parece que a nadie le importa ya el saber hablar. Éste es sólo un ejemplo.

¿Cómo puede importar tan poco la pobreza cultural? Y el que sí le importa y se preocupa por aprender es señalado con el dedo del aburrimiento y de la soledad.