jueves, 21 de mayo de 2009

¿Dónde leemos?



Hace poco leí en algún sitio, no recuerdo dónde (probablemente en algún blog o suplemento cultural), sobre el tiempo que desperdiciamos diariamente y que podríamos dedicarle a la lectura. El artículo hablaba de los viajes en subte, colectivo o tren, de las esperas y cuánto tiempo acumulan a lo largo de un año o una vida. Y me hizo pensar en una viejo impedimento que tengo como lectora: no puedo leer en espacios públicos, salvo quizás el diario o alguna poesía suelta.
Tampoco puedo leer en bibliotecas públicas, aunque esto bien puede deberse al hecho de no haber encontrado una en la cual me sienta cómoda.
Me gusta estar sola cuando leo, puedo hacerlo al aire libre o confinada en mi cuarto, pero es imperioso que no hayan otras personas cerca; así como también que no haya algún compromiso u horario que cumplir de forma inmediata. Necesito abandonarme, entregarme a la lectura, aunque sea por poco tiempo.
Muchas veces leo en la cama; pero no como antesala al sueño. Me sitúo en la cama como si ésta fuera una isla y me desparramo a gusto. Lo importante es sentirme a gusto, rodearme de papeles y papelitos que uso para marcar páginas y registrar frases o palabras, o bien alguna libretita donde hacer anotaciones. A veces, también traigo otros libros que sé que no he de leer en ese momento, pero me da un placer adicional el tenerlos ahí... Me vence la gula bibliofílica; los coloco al alcance, como una especie de cesta llena de frutas jugosas, sabiendo de antemano que he de quedar satisfecha antes de poder devorarlos en su totalidad. Llego rápidamente a dos conclusiones: primero, que soy una lectora del ámbito privado y, segundo, que soy una lectora hedonista.
Pero bueno, teniendo en cuenta que los libros son mi gran pasión, no veo que esté tan mal que ese momento de deleite sea sólo para mí. Por otra parte, el tiempo que empleo para trasladarme en subte o tren, por ejemplo, cumple una función vital y, muchas veces, menospreciada: la contemplación del otro y del todo, el descubrimiento del detalle fútil y las coincidencias incoducentes, y ese vagabundeo mental que termina alimentando algunos de mis versos. Pensar, aún cuando con ello no alcancemos una idea original o bien, el saber , siempre es algo bueno.

¿Ustedes dónde leen?



Nunca me dormí leyendo, pero la imágen que adjunté a esta entrada me provocó ganas de ir a dormir una siesta.

12 comentarios:

Lluís Salvador dijo...

Hola:
¡Ay, chica! Soy un enfermo... Leo en cualquier lado, en cualquier situación. He llevado libros a la montaña, a la playa, al baño, al restaurante, en el tren, el metro, el autobús y he leído en el asiento del copiloto; en medio del estruendo de la fiesta en un bar o en un parque, nevando o haciendo sol. Incluso, en un programa doble, me salí de una película horrible a esperar la siguiente para leer en el foyer...
Soy un enfermo.
Y otro día podemos tratar sobre aquellos que, viéndote leer en un lugar público, te preguntan no lo que lees, sino "¿por qué lee?"
Un saludo!

RebecaTz dijo...

Linda imagen y entrada.
Yo leo donde puedo pero sin duda prefiero hacerlo de la misma manera que tú, porque a veces es complicado llevar libro y libreta (también suelo tomar notas).
Quizá la manía es cargar con el libro, aunque sólo lea tres líneas...

¡Saludos!

Veronika dijo...

Lluís: Me has hecho reír... No me salí nunca de una película, pero no estaría nada mal hacerlo para leer.
"¿Por qué lee?" He visto esa expresión en la cara de ciertas personas, pero nunca nadie me formulo la pregunta, afortunadamente.

Andrómeda: Yo también tengo la manía de llevar los libros a todas partes, pero reconozco que no puedo concentrarme igual en la lectura.

Cuando era una niña leía en cualquier parte: en medio del bullicio del recreo, trepada a los árboles, mientras bajaba escaleras, durante la cena (cosa por la cual me regañaban), etc.

Quizás también dependa del entusiasmo que provoque el libro,¿no?. Hay libros que no pueden soltarse ni para ir al baño, jajajaja.

¡Saludos!

Rayuela dijo...

Yo leo en todas partes, otra cosa es el nivel de concentración que pueda alcanzar (cuando no lo logro me desespero, yendo atrás y hacia adelante en cada página...): en el tren y en el avión (nunca en bus o coche porque me mareo), en salas de espera, en un parque, junto al mar, en el cine antes de que empiece la película si voy sola (igual en conciertos, incluso en los que no hay asientos, o espectáculos), en cafeterías... También leí alguna vez en el patio del colegio y, Verónika, de chiquita tenía la misma costumbre que vos: leer mientras comía o cenaba. Recuerdo que cuando me servían el plato, ¡cortaba toda la comida al mismo tiempo para así no tener que interrumpir la lectura después! A mis padres les costó sacarme la costumbre...

Mmm... lo de leer bajando escaleras sí que no, ¡soy demasiado torpe!

Pero sin lugar a dudas, la comodidad manda, así que mi lugar predilecto siempre ha sido la cama (tampoco como antesala del sueño) o el sofá.

Ah, otra cosa que compartimos: llevarnos más libros de los que sabemos que vamos a leer. La pilita que acompaña...

A mi novio siempre le hago la misma broma cuando tenemos que ir a algún evento aburrido (como el casamiento que tenemos mañana...), le pregunto: "¿Me puedo llevar un librooooo?" Es broma porque en esas situaciones no toca, pero... cuando llega el aburrimiento, ¡ay, cómo echo en falta mis libros!

Veronika dijo...

Rayuela:

¡Hola!
Sí, es "la pilita que acompaña".
Lástima que después la pilitas se replican por todas partes, jaja.

Yo también soy torpe... y así, leyendo mientras bajaba escaleras, me dí más de un golpe.

Mencionaste el quid de la cuestión: la concentración. Cuando me doy cuenta de que estoy leyendo sin terminar de entender todas las palabras en su real dimensión, sin pasar del hall de entrada podría decirse, me molesto conmigo misma y abandono el intento.
Claro que también existen libros que pueden leerse hasta en el subterráneo, en hora pico... je

¡Saludos!

Cudayl dijo...

Antes podía leer donde fuera, no importaba ni lugar ni cantidad de gente a mi alrededor porque total mi mente se disparaba a otro mundo. Pero como dice el dicho a la vejez viruela y ahora necesito una ambientación previa para estar tranquila.. No obstante soy la típica persona que no puedo salir sin un libro en la cartera o la mochila. TENGO que llevarlo. Por las noches mi rutina es igual, heredada de mi padre seguramente que se iba a la cama con mínimo 3 o 4 libros que iba leyendo.
UN gustazo conocer tu blog.

Anónimo dijo...

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Pasa este osito a las personas qe quieres muchisimo y no quieres que cambien nunca. (espero recibir el osito).
Si recibes entre 2-4 ositos te quieren
Si recibes entre 4-8 ositos te quieren mucho
Si recibes entre 8-10 ositos te quieren muchiiiisimo
Espero que yo sea un@ de ellas!!

Veronika dijo...

Muchas gracias por la visita y el comentario, Rúbrica.

¿Cómo has estado Ladón de versos? Espero que escribiendo, y no robando :P.

¡Saludos!

Leox dijo...

Yo ahora leo , donde pueda eso incluye:
Viajes en bus , con musica no adecuada.
Unos minutos antes de dormir.
En el descanzo del trabajo.
Las pocos tardes libres , pero no me quejo , puede ser peor.
Al menos puedo leer
saludos

Laura Nicastro dijo...

Cualquier lugar es bueno para leer. Más aún: compro libros, no sólo por su contenido o autor, sino por su tamaño. Es fundamental que pueda acarrearlos en mi cartera o bolso. De esa forma,hasta un viaje en subte o la espera en un banco pueden aprovecharse.

Veronika dijo...

Sí, yo también he resignado muchas veces calidad por tamaño. Si bien soy una enamorada del libro-objeto y una buena edición me deja babeando, muchas veces prefiero comprarme el formato de bolsillo para poder llevarlo a todas partes conmigo.

¡Gracias por las visitas!

Anónimo dijo...

Yo llevo un libro en el carro y leo mientras espero que mis hijos salgan de la escuela, o de las clases extraescolares en las que están inscritos; tengo otro libro en la cocina y leo en lo que tengo que menear ollas y esperar a que se cocine la comida. Leo antes de dormir (a veces en vez de dormir) y en cualquier minuto libre que tengo. Siempre salgo de casa con un libro por si se presentan unos minutos para echarle una hojeada. Por supuesto, a veces estoy concentradísima, otras tengo que regresarme unas páginas porque no me enteré bien de que sucedió (cuando estoy con un ojo al gato y otro al garabato)
Bonita e interesante entrada.
Saludos,
Ale.