sábado, 29 de octubre de 2011

El principado de la infancia



El principito, ilustración de Antoine de Saint-Exupéry



Hace dos meses, pude asociarme, finalmente, a una biblioteca pública. El mismo día que me dieron el carnet de socio, me abalancé voraz entre sus anaqueles polvorientos para conseguir "nuevo" material de lectura. En la sección de novelas filosóficas hice un hallazgo que me inundó con una maravillosa y palpitante nostalgia. Era un ejemplar de tapa de cartón y páginas cosidas de El principito ( Le petit prince) de Antoine de Saint-Exupéry. Ahí estaba ante mis ojos, el primer libro que marcó con huella indeleble mi existencia... Y en la misma edición por la cual yo lo había conocido . El texto original editado por Emecé, con las ilustraciones del autor. Sus tapas y páginas amarillas, ese olor inconfundible a libro añejo que se desprendía del papel, y las manchas de un ocre anaranjado, producto de la humedad, me sedujeron como seduce un tubo fluorescente encendido durante una noche verano a polillas y mosquitos. Lo traje conmigo a casa embelesada.



Esta novela es clásico entre los clásicos y lectura obligada, en muchos casos, desde las instituciones educativas; pero aún así creo que su vigencia actualmente está amenazada por el olvido colectivo. Ya no se lo reedita como antes, ni se lo ve abrigado entre cuadernos en la mochila de los niños. Pero lo más triste, y quizás esto haya sido así desde un principio, es que no está en la lista de lecturas de los adultos. ¿Por qué digo esto? Porque, a mi entender, es uno de esos escasos libros que merecen ser releídos en distintas estaciones de la vida; un libro que, más allá de los méritos literarios que se le puedan otorgar o no, nos deja, al leerlo, en un lugar que no frecuentamos siendo adultos. Ese lugar mágico y secreto, lleno de incertidumbres y asombro, en el cual nos era tan natural estar cuando éramos niños.

El principito es una novela que no tiene desperdicio en ninguno de sus párrafos, nos regala frases deliciosas, poéticas y honestas de principio a fin. Desde la misma dedicatoria podemos intuir que el libro que tenemos frente a nuestros ojos no es un libro cualquiera:




¿Quién no recuerda la ilustración de una boa tragándose a un elefante que deviene en un sombrero?



"Mostré mi obra maestra a las personas grandes y les pregunté si mi dibujo les asustaba. Me contestaron: ¿Por qué habrá de asustar un sombrero"
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente a fin de que las personas grandes pudiesen comprender. Siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:


"Las personas grandes me aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas y que me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue cómo, a la edad de seis años, abandoné una magnífica carrera de pintor. Estaba desalentado por el fracaso de mi dibujo número 1 y número 2. Las personas grandes nunca comprenden nada por sí solas y es cansador para los niños tener que darles siempre y siempre explicaciones"

"Tuve así, en el curso de mi vida, muchísimas vinculaciones con muchísima gente seria. Viví mucho con personas grandes. Las he visto muy de cerca. No he mejorado excesivamente mi opinión. Cuando encontré alguna que me pareció un poco lúcida, hice la experiencia de mi dibujo número 1, que siempre he conservado. Quería saber si era verdaderamente comprensiva. Pero siempre me respondía: "Es un sombrero". Entonces no le hablaba ni de serpientes boas, ni de bosques vírgenes, ni de estrellas. Me colocaba a su alcance. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona grande se quedaba muy satisfecha de haber conocido un hombre tan razonable".

Conocí este libro cuando tenía 6 años y estaba en preescolar, y dejó una impresión muy fuerte en mí. Tanto así, que mi primera pesadilla recurrente contenía muchos elementos de esta novela como símbolos. Es más, sospecho que ha sido la piedra fundacional sobre la cual se gestó mi deseo de escribir.
En esa época, cuando tenía 6 años, era el peor tipo de niña que se pueda ser. Era una niña razonable. Me comportaba muy bien, tenía cuidado de no ensuciar el vestido que me habían puesto (el cual siempre estaba a tono con la cinta de raso de mi cabello), cuidaba meticulosamente mis juguetes y objetos escolares, y siempre recibía felicitaciones en el cuaderno. Los grandes pensaban que yo era una niña seria y responsable, e inteligente porque podía entender cosas que sólo los adultos entienden. Por supuesto que cuando estaba a solas conmigo misma, ya no pensaba en cosas razonables. Me sentaba en la horqueta de un árbol durante horas, imaginando como se sentiría ser esa mariposa blanca que revoloteaba sobre la flor del diente de león... O si el hecho de que me gustaran tanto las gomitas de eucalipto me hermanaba con los koalas. No le mostraba a los grandes mi colección de piedras o esa mancha de humedad que tenía forma de armadillo y estaba justo encima de la ventana. Pero aún así, era una niña razonable que se esforzaba por dibujar sombreros y que creía, erróneamente, que al ser grande podría dibujar lo que quisiera. Quería ser grande, y rápido, porque los grandes parecían saber tantas cosas, porque los grandes podían decir "NO" a secas y sin escuchar reproches. Ser grande parecía una cosa muy buena.
Afortunadamente poco antes de la pubertad algunos eventos que acontecieron en mi vida me permitieron darme cuenta de mi error; afortunadamente, porque gracias a ello pude animarme a ser de vez en cuando una niña poco razonable.
Han pasado muchos años desde entonces, y ya llegué a esa etapa en la cual tengo que esforzarme para comprender las explicaciones que me da un niño, y tengo que preguntarle una y otra vez la misma cosa.
Después de esta reciente lectura de El principito me he dado cuenta que, mal que me pese, no sólo sigo dibujando sombreros sino que además me he vuelto una experta en la materia.
Pero la vida me ha dado una segunda oportunidad para regresar al principado de la infancia, aunque ya no como anfitriona sino como invitada, que no es poco. Tengo una hija pequeña que, emulando al principito, siempre me pide que le haga dibujos. Me hace dibujar elefantes astronautas y dinosaurios multicolores, y también animales que sólo ella conoce. Y yo dibujo, aunque esté cansada o no sea el momento oportuno, porque me doy cuenta de que ese pedido es un obsequio, una pequeña ventana que ella me obsequia para compartir su infancia.


El principito sacando brotes de baobas en el asteroide B 612


"Si os he referido estos detalles acerca del asteroide B 612 y si os he confiado su número es por las personas grandes. Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. jamás os dicen: "¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere?¿Colecciona mariposas?" En cambio, os preguntan: ¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene?¿Cuánto pesa?¿Cuánto gana su padre?" Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas grandes: "He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo...", no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: "He visto una casa de cien mil francos". Entonces exclaman: "¡Qué hermosa es!"
Si les decís: "La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero. Querer un cordero es una prueba de que existe", se encogerán de hombros y os tratarán como se trata a un niño. Pero si les decís: "El planeta de donde venía es el asteroide B 612", entonces quedarán convencidos y os dejarán tranquilo sin preguntaros más. Son así. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes."



11 comentarios:

María dijo...

Veronika, cuánto tiempo!! Y qué entrada tan bella...A mí este libro me gustó tanto que hice un estudio sobre él en la universidad. Tengo por ahí, lo que escribí en su momento. Creo que es un libro muy especial, y muy recomendable, especialmente en la edad adulta. Ahora, por estos lares del mundo, han sacado un libro que vi ayer en 3D del Principito...para hacerlo más cercano a los más pequeños...aunque sigo pensando que el libro tiene mucho más jugo para los adultos. Espero que poco a poco futuras generaciones vayan leyéndoselo a otras, regalandolo...porque es un libro, que sin lugar a dudas, no pasa indiferente por la vida de nadie.
Un abrazo grande!!

beauty dijo...

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Veronika dijo...

Hola María!

Muchas gracias por tus palabras. Pasé mucho tiempo alejada de este ámbito. Pero bueno, ahora me voy a poner al día con mis blogs amigos.
Estoy totalmente de acuerdo, es un libro con mucho jugo para la vida adulta. Ojalá siga pasando de generación en generación, sin caer nunca en el olvido de la indiferencia.

Un abrazo muy grande!

derry dijo...

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Haide Zúñiga dijo...

Hola Veronika, me encantó esta novela, desde que la leí se convirtió en una de mis favoritas. He pensado en obsequiarle a mis amigas un ejemplar, pues al igual que tú y María pienso que debe pasar de generación a generación. Gracias por compartir tu gusto por esta novela.

Veronika dijo...

¡Hola Haide! Gracias por visitar mi blog y compartir tu impresión sobre este hermoso libro. Yo creo que es un excelente regalo, me hubiese hecho muy fekiz recibirlo de alguna amiga.

¡Saludos!

Gabi Rubi dijo...

hola Vero:) que lindo lo que escribiste y los recuerdos. Yo te regalo estos dos helados que hice que seguro te van a gustar:

Flor del asteroide b 612

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helado de infancia:

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y estas piedritas:

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un beso y gracias !

Mel Dunkelheit dijo...

La boa come elefantes, esa boa me trae hermosos recuerdos de infancia, fue bello el leer sobre tu infancia, yo tambien solia ser una niña silenciosa, reservada, pero si me ensuciaba, subia a los arboles, y hacia muchas cosas que solo los niños hacen en completa alegria :) hermosas infancias,todos deberiamos simplemente dejarnos ser :)
Dejame felicitarte por tu blog, tiene muchos contenidos maravillosos.

Mel Dunkelheit dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...
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Bridal saree dijo...

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