domingo, 16 de octubre de 2011

Blog Action Day 2011

El joven mendigo- Bartolomé Murillo (1645)



"Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si no se está muriendo de hambre."

León Tolstoi



"Quien muere de hambre, muere asesinado."

Alberto Morlacheti




Este año nuevamente he decidido participar de la que, a mi entender, es la acción bloguera más significativa del año: el Blog Action Day
En ésta ocasión la consigna era algo así como "¡Vamos a hablar de los alimentos!" En relación al Día Mundial de la Alimentación establecido por la ONU.

Curiosamente, pero no arbitrariamente, yo leí eso y pensé "Vamos a hablar del hambre" O sea, la escasez de alimentos. Y es que ésta acción bloguera siempre ha tenido como objetivo generar consciencia o llamar la atención sobre alguna problemática social y/o ambiental que nos afecte a todos, en mayor o menor medida.

Entonces, la palabra HAMBRE apareció en mi mente. Así, grande, en mayúsculas y cuerpo bold.
Es una palabra que me tortura terriblemente desde que tengo memoria. No tiene culpa la palabra del triste significado que le hemos endilgado. Pero es así, no queda otra.

Y cuando pienso en el hambre, me sucede que una serie de interrogantes se agolpan con desesperación sin encontrar respuestas.

¿Por qué hay tantas personas sufriendo hambre? ¿Cómo es que hay niños muriendo de hambre en este mismo instante? ¿Cómo es que yo estoy sentada a la mesa comiendo mientras otros agonizan en el desierto de la indiferencia? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué he hecho yo para que esto siga sucediendo? ¿Qué es lo que no he hecho para evitarlo? He tenido la suerte de poder colaborar directa e indirectamente con grupos solidarios, ONGs y familias que requerían alimentos o se dedicaban a dar de comer a personas que se encontraban en situaciones muy precarias. Pero aún así, bien sé yo que ha sido poco; y en muchas ocasiones me consuelo pensando que todavía estoy a tiempo de hacer más, y, más importante aún, que no estoy sola en esto. No estamos solos quienes queremos cambiar la realidad del hambre y la pobreza, y hay que recordarlo siempre para no dejar solos a los que necesitan de nuestro esfuerzo, de nuestras manos y voluntades.

Hace un par de años leí un libro de economía en el que se hablaba mucho sobre los bienes elásticos e inelásticos, sobre la demanda y la oferta, y la finitud de los recursos. Mucho de lo que ahí estaba escrito tenía un sentido real y verídico bastante difícil de rechazar, más allá de la ideología que se pueda albergar. Pero no creo que hoy mueran personas porque el alimento no alcanza para todos y la población excede a lo que el planeta puede sustentar (aunque en lo que respecta al agua ya estemos cerca de eso). Más bien lo percibo como una mala distribución de los alimentos, o bien una falta de acceso a los mismos. Sino, ¿cómo podrían haber poblaciones que sufren por una creciente obesidad, fruto de una alimentación poco sana o excesiva, mientras a otras las aqueja la hambruna?

Quizás hay un problema de prioridades escondido atrás de ésto, sobre cuáles son las prioridades que todos tenemos individual y colectivamente, o bien de cómo administramos nuestros recursos y cómo entendemos la acción solidaria. Quizás, las sociedades que tienen satisfechas las necesidades más básicas, no pueden concebir una realidad donde éstas sean lo primero de la agenda; quizás esa lejanía vivencial produza un nuevo tipo de astimagtismo social. Quizás, en este mundo que incentiva a gritos el consumismo al mismo tiempo que brinda una enorme variedad de bienes de lujo que consumir, sea difícil convertirse en herramienta de cambio. Quizás también, por otra parte, los medios de comunicación no estén cumpliendo la función de informarnos sobre el tema para que los ciudadanos del mundo podamos enterarnos y movilizarnos, y, en éste punto, es donde un medio masivo como internet se vuelve más valioso y necesario.
Quizás haya que pensar en los alimentos como algo más que bienes que vienen bien empaquetados... Quizás debamos mirarlos con mayor reverencia y ver qué tanto de lo que consumimos podría no ser necesario, qué tanto de eso podríamos destinar a alguien más, y cómo, desde nuestro lugar, podemos contribuir a que el acceso a los alimentos sea más equitativo.

En un buen ejemplo de serendipia (teniendo en cuenta que en mis efemérides para el día de hoy recuerdo a Oscar Wilde), mientras consultaba una página web de la ONG Banco de Alimentos, encontré una frase de dicho escritor al comienzo de una conferencia:
"La distribución no ha sido equitativa salvo en el dolor"

Algunos datos que aporta dicha ONG en su sitio web:

"Según un informe de la FAO, agencia de la ONU para la Agricultura y la Alimentación, actualmente más de 1000 millones de personas padecen hambre, lo que equivale a casi una sexta parte de la población mundial.

A fines de 2008, en la Argentina, un entrecruzamiento de datos que realizó el Centro de Lucha contra el Hambre de la UBA, a partir de informes de Unicef Argentina, del Ministerio de Salud de la Nación y de gobiernos provinciales, reveló que ocho niños menores de cinco años mueren a diario por desnutrición."

Y ahora comparto con ustedes algunos de los pasajes de la conferencia que pueden leer completa aquí.

Discurso de Enrique Valiente Noailles durante la IX Cena Anual de banco de Alimentos realizada el 27 de agosto de 2009

"La realidad es que quienes estamos aquí tenemos la posibilidad concreta de aliviar el sufrimiento ajeno, y que aliviar el hambre de una sola persona tiene para cualquiera de nosotros el máximo sentido.

¿Por qué hacerlo a través del Banco de Alimentos?
Porque la organización está aprobada y es eficiente, trabaja en red y llega a más de 78.000 personas por mes, atiende a 478 organizaciones entre comedores,
hogares de ancianos y hogares de adultos.

"¿Cómo es posible que en la Argentina se deba estar en lista de espera para poder comer? Esta es una pregunta que creo que no podemos dejar de hacernos. Ahora bien, ¿nos preocupa realmente el hambre como sociedad? Esta pregunta no tiene respuesta en abstracto, no se responde con palabras.
Si no hacemos nada al respecto es un indicador de que no nos preocupa. Es la acción ó la inacción lo único que transparenta nuestros valores."

"No podemos aceptar, el término aceptar es fuerte en este contexto, el hambre y la pobreza como si fueran datos inevitables o constitutivos de la naturaleza humana, como si fueran los fantasmas de Buda : la muerte, la vejez , el sufrimiento, que son elementos constitutivos de la naturaleza humana ; la pobreza y la desnutrición no son constitutivos de la naturaleza humana .
Pero cuánto de la pobreza no es ya un producto de una pobreza de categorías, de un status de la percepción de la consciencia que acepta el fenómeno en vez de rebelarse contra él. ¿Cuánto de la realidad del hambre es habilitada por una forma honda de resignación? ¿Por la ausencia de un deseo profundo de transformación."

http://www.bancodealimentos.org.ar/


El Hambre

Poema de Miguel Hernández (El hombre acecha, 1937-1939)

I

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.



II


El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.



Nanas de la Cebolla

Poema de Miguel Hernández, dedicado a su hijo.
( Estando preso bajo el régimen franquista, recibe una carta de su esposa contándole que solamente contaban con pan y cebolla para comer)


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

2 comentarios:

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