domingo, 30 de marzo de 2008

Hastío

Ayer terminé de leer "El jugador" de Fiodor Dostoievsky. Tuve que forzarme a terminar su lectura dado que su argumento no generaba mucho interés en mí. Sin embargo, hace muchos años leí "Los hermanos karamazov" y me encantó, así que muy probablemente, más teniendo la calidad de este clásico ruso, sea un problema de la lectora y no del autor. Es por eso que el comentario sobre esta novela voy a hacerlo dentro de unos días, cuando terminen de decantar algunas ideas y mi ánimo sea un poco más entusiasta.

Siendo coherente con mi momento presente, voy a dejar en este post dos poemas. Uno de ellos es de Alfonsina Storni.


"Cansancio" ( Alfonsina Storni)



Todos, todos tenemos una hora cobarde
una hora de hastío cuando muere la tarde.

Cuando se va el amigo que nos trae calor,
el amigo de oro, el Mago Gestador.

Cuando se juntan todas las impresiones malas
y el alma es un tejido de finísimas alas.

Cuando puede decirse: lo que fue no será;
lo que no hice hoy no lo haré nunca ya.

Es entonces, cobarde, que me acosa el deseo
de no ser y ni pienso, ni trabajo, ni creo.

Es una nulidad completa de mí misma
que me asusta y me hiere, me subyuga y abisma.

Es entonces que yo quisiera ser así
como una cosa nimia, fútil, baladí.

Un chiche que se lleva guardado en el bolsillo
Una prenda cualquiera un reloj, un anillo...

Ser una cosa muerta que la llevan cargada
y que no sabe nada y que no piensa nada.

Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde.


"Hastío" (de quien les escribe, "Almas grises",1998)


Me fastidian las figuras
que cuelgan de mi frente,
las rasguño, las desgarro,
con mis dedos blancos.

Las figuras, burdas,
hoy se ven rojas,
se nutren con la sangre
de mis yemas sangrantes;
se esconden en mis palmas,
tan abiertas, mundanas.

¡Ay, malditas las formas
que punzan mi retina,
y su aliento bronceado
que zumba cual mosca!

Tengo las plantas muertas
de caminar por su alcoba,
y una sombra pequeña
que se ahoga en mi boca.

Ausente, oigo los años
reptar sobre mis piedras,
y su espalda sudorosa
sobre la cama deshecha.

Hoy veo la piel de mi sueño,
marchita, bajo sus uñas;
la suciedad de la idea
en la mordida nocturna.

La persiana no abre,
el aire no circula;
todo se hace más lento,
la carne se vuelve muda.

Me fastidian las figuras
que cuelgan de mi frente...
Saber que en su pupila
se acaba mi neurona.


martes, 25 de marzo de 2008

Letras heridas I

Dolor. Desesperación. Tristeza. Soledad. Muerte.
¿Desde que lugar escriben las mujeres poetas, aquellas, al menos que han ganado la pulseada contra el ámbito académico? ¿Desde que herido intersticio conjugan las palabras de sus versos? ¿Habrá forma de ser poeta y ser feliz al mismo tiempo? ¿O es que la poesía que trasciende, aquella que nos quema, requiere un sacrificio para que valga la pena? ¿Hay que morir en cada letra?¿Es necesario derrumbarse para poder levantar la vista al cielo?.

Tengo la intención de subir al blog, en los próximos días, poemas de tres poetas mujeres: Emily Dickinson, Alejandra Pizarnik y Alfonsina Storni. Pero esas son simplemente mis intenciones en el momento actual; algún suceso imprevisto puede cambiar la dirección de mis posts.




Emily Dickinson

El corazón pide placer primero,
después, ser excusado del dolor
y luego esos pequeños anodinos
que ahogan el sufrimiento.
Y luego ir a dormir
y más tarde, si esa fuera
la voluntad de su Inquisidor
el privilegio de morir.



Pequeñez

Es cosa tan pequeña nuestro llanto;
son tan pequeña cosa los suspiros...
Sin embargo; por cosas tan pequeñas
vosotros y nosotras nos morimos.



Presentimiento

Presentimiento es esa larga sombra
que poco a poco avanza sobre el césped
cuando el sol sus imperios abandona...

Presentimiento es el susurro tenue
que corre entre la hierba temerosa
para decirle que la noche viene

(traducción de Carlos López Narváez)


"Si tengo la sensación física de que me levantan la tapa de los sesos, sé que eso es poesía." E.D.


Emily Dickinson nació el 10 de diciembre de 1830 en Amherst, en el estado de Massachusetts, Estados Unidos. Cincuenta y seis años después, falleció en la misma ciudad, en la misma casa en donde vivió toda su vida. No tuvo una existencia aventurera; no hubo viajes exóticos, oficios excéntricos, matrimonios disfuncionales, ni amantes desesperados (por lo menos no que se conozcan al momento.) Es más, sus relaciones sociales fueron escasas, y éstas aún disminuyeron con el transcurso del tiempo; hasta que finalmente, decidió recluírse en casa de sus padres.
Emily Dickinson quedó aislada de una sociedad que, viendo en retrospectiva, no tenía mucho que ofrecerle. Las ideas puritanas de su entorno social, las limitaciones de su época en cuanto al rol de las mujeres, la empujaron al encierro. Pero no sólo escondió su cuerpo, sino también su espíritu, sus ideas, manteniendo inédita su obra poética.
Viendo esa imágen serena, casi casta, que ha sobrevivido de ella, esa imágen que conocemos por los daguerrotipos, se me hace difícil imaginar la intensidad de sus ideas, su clara inteligencia, su sentido del humor ( a veces algo ácido), y lo más importante, su deseo de emprender una revolución desde las letras. Emily Dickinson definitivamente no era ingenua y quizás sea por eso que no intentó publicar sus poemas. Quizás tuvo la lucidez para entender que todavía estaba muy lejos su puerto. Deseo que haya sido así y no que, derrotada en sus aspiraciones amorosas, haya decidido negarse al mundo.


Les recomiendo leer la información que hay de ella en Wikipedia, es bastante completa.

lunes, 24 de marzo de 2008

Caos

Estoy leyendo dos novelas simultáneamente; no lo había hecho antes y, en cierta forma, no deja de ser una experiencia interesante. Especialmente, porque tienen poco o nada en común. Se trata de "The grass is singing" ("Canta la hierba", 1950), la primer novela de Doris Lessing, en una edición en inglés; y "El jugador" de Fiodor Dostoievski. En unos días podré saber que salió de semejante mix de lecturas.
Mientras voy como un péndulo de una novela a la otra, leo poemas. Lo curioso es que también estoy leyendo poesía de forma un tanto caótica. Estoy haciendo un collage de autores y estilos.
Entonces me pongo a pensar que tengo mis ideas en desorden, que quizás por estos días me dejo llevar con mucha facilidad por el pulso de mis venas. Puede que sea así, pero ya no me inquieta. He aprendido a través de los años, que de tales momentos surge algo nuevo. Es un caos precursor, un proceso de gestación. Un día de estos el remolino cesa, simplemente se detiene... Y las cosas que estaban volando por el aire, sacudidas por las ráfagas, chocándose entre sí, caen al suelo... Caen y forman en el suelo de mi psiquis algo que ya sabía pero necesitaba ver, en un nuevo diseño.

Ayer, leyendo algo recordé un poema que escribí hace algunos años. No tiene nada que ver con lo que venía hablando, pero bueno... ahí estaba así que lo comparto. Voy a ceder al reclamo de una lectora por la ausencia de mis poemas en este blog ( me hizo sentir cobarde... y es una sensación que no me gusta).


"Mar y Fuego" (1999, Púrpura)


Hombre, yo fui para ti mar y fuego,
mil abrazos de corales amarillos
colmaron el estanque de tu cuerpo,
y así, fueron deshechos en tu olvido.

Mis llamas treparon tu columna,
para encenderla, para incendiarte.
¡Ah, no pudieron mis jóvenes medusas,
en todos sus intentos, despertarte!

¿Qué será de mis besos ondulantes?
que vibraban como cilias en tu boca.
Por medio de ellos quise acercarme,
alejar, de tus aguas, la sombra.

La vida no le da treguas al cobarde
y sólo desde el río llega el sueño.
¿Por qué tu alma duerme en el estanque?
Hombre, yo fui para ti mar y fuego.


Publicado en "Los Nuevos Escritores Latinoamericanos"( 2004, Editorial Nuevo Ser)

jueves, 20 de marzo de 2008

Un jueves de poesía, anticipando el otoño...

Hoy es Jueves Santo, para los que profesan la fe cristiana. Es jueves, como tantos otros, pero al despertarme hoy decidí que iba a ser un día especial ( se puede hacer, arbitrariamente, si uno así lo quiere). Mucho tuvo que ver, también, con mi buen humor, el hecho de que mañana ya inicia mi estación favorita del año y que se conmemora el día mundial de la Poesía.

Elegí dos poemas para compartir en este post: el célebre poema "Piedra negra sobre una piedra blanca" del genial poeta César Vallejo, y uno de Octavio Paz titulado "Otoño".


"Piedra negra sobre una piedra blanca" (César Vallejo)



Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...



"Otoño" (Octavio Paz)


En llamas, en otoños, incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta,
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!

Busco unas manos,
una presencia, un cuerpo,
lo que rompe los muros
y hace nacer las formas embriagadas,
un roce, un son, un giro, un ala apenas;
busco dentro de mí,
huesos, violines intocados,
vértebras delicadas y sombrías,
labios que sueñan labios,
manos que sueñan pájaros...

Y algo que no se sabe y dice "nunca"
cae del cielo,
de ti, mi Dios y mi adversario.





miércoles, 12 de marzo de 2008

¿La vida enferma?

Anoche terminé de leer "La hermana" de Sándor Márai. ¿Qué me pareció? Buena.

En realidad mi opinión sobre la novela fue cambiando sobre la marcha. A ver...
"La hermana" no cumple con algunas reglas que yo misma inventé para discriminar entre una novela bien escrita, que cumple efectivamente con la función de entretenerme por un rato, y aquella que dejará una impronta a lo largo del tiempo. Por ejemplo, los personajes no se revelan a través de sus actos, sus dichos, de la interacción que pueda surgir entre ellos, sino que el narrador nos describe permanentemente cómo son, dentro de lo que él mismo puede saber, dejando poco librado a la imaginación. Por otra parte, no hay un desenlace sorpresivo, acciones inesperadas; todo está dicho de antemano. Pero aún así seguí leyendo; así que tuve que concederle cierto mérito en eso. O sea, es una de esas historias en las que ya se sabe qué y a quién le sucedió tal cosa, y leemos para saber el cómo. Por suerte, cuando ya llevaba dos tercios del libro leído, encontré nuevas razones para seguir leyéndolo.
Esta novela trata sobre la enfermedad. ¿Qué es la enfermedad?¿Qué relación tiene con la vida, con la muerte?. El lenguaje que emplea Sándor Márai para describir el padecimiento de su protagonista, un afamado músico y concertista, "Z", es por demás voluptuoso. El personaje vive su enfermedad y Márai nos participa, regodeándose en el dolor y sus metáforas... Tanto es así que llegó un punto en el que tuve la sensación de que, al voltear la siguiente página, iba a caer presa del malestar. Pensaba "Basta!, que alguien haga algo, que se mejore de una buena vez y me libere a mí, como lectora, de su convalecencia".
Este libro plantea algunas de las cuestiones que me parecen fundamentales para empezar a entender que concepción de vida y que concepción de muerte llevamos a cuestas. "Z" enferma por la vida que ha llevado, o por la negación de la misma; en cierta forma se ha negado a vivir en plenitud, se ha traicionado a sí mismo. Esta traición se manifiesta en la enfermedad y tomará conciencia de ésto cuando acepte a la muerte como algo inevitable e inminente.


Fragmento:

"La hermana", Sándor Márai ("A nóvér", 1946),

..."Y lo entendía de veras. Ahora entendía por qué se había alegrado cuando le había dicho que sentía náuseas al pensar en la música. Y también sentí que en ese momento- por primera vez desde nuestro encuentro- ya no me "trataba", sino que me "curaba", o sea que me ofrecía lo que yo había esperado ávida y silenciosamente: la verdad. Nos miramos tan penetrantemente como dos ladrones que al amparo de la nocturnidad se cruzan de pronto en una casa por desvalijar.
-La mentira que el día anterior aún se llamaba trabajo o deber, ambición o amor, o vida familiar- prosiguió-. Han sido necesarios miles o decenas de miles de días y noches para que en el interior de un cuerpo, en su sistema nervioso, en sus sentidos, esa mentira se transformara en una única realidad insoportable, hasta que un buen día el organismo, todo el individuo, anuncia con un gemido penoso que la mentira se ha convertido en una intolerable sensación de pánico. Grita que ya no soporta su entorno o su propia vanidad, o la rutina con la que ha pretendido tapar el vacío de su vida, que ya no soporta la mecánica repetición en que se ha transformado el talento que le fue concedido por Dios. Y entonces sigue gimiendo y gritando, porque ya no aguanta la mentira transformada en enfermedad. Y siente náuseas, como si lo hubieran envenenado. Y en efecto, lo han envenenado con un veneno pertinaz y desconocido incluso por los curanderos de los Médicis o los Borgia... La vida es veneno si no creemos en ella, si ya no es más que un instrumento para colmar la vanidad, la ambición y la envidia. Entonces uno empieza a sentir náuseas, como...
-Como yo antes del concierto- dije con calma-. El mismo día que usted me trajo en su coche aquí. Y como desde entonces, cada vez que la música me viene a la cabeza."...


extraído de "La hermana", Sándor Márai, Editorial Salamandra, edición de Abril 2007. Traducción del húngaro de Mária Szijj y J.M. González Trevejo.

lunes, 10 de marzo de 2008

Vendimia

En la región de Cuyo, en Argentina, es la vendimia o tiempo de recolección de la uva. En Mendoza se realiza un festejo muy popular, con elección de reina incluída. Pero acá, en Buenos Aires, no se escuchan tonadas ni se huelen las uvas (Sí, las uvas huelen... Quizá no la versión congelada e insípida que aparece en las góndolas porteñas, pero las recién cortadas de la vid si lo hacen.) Acá seguimos a merced del clima, que se muestra voluble y melancólico, nos escandalizamos con la suba constante de precios, y nos lamentamos por las recientes tragedias viales. Lo mismo de ayer. Cuánto mejor sería ensuciarse de mosto y no de esta preocupación cotidiana, húmeda y gris...

Acá les dejo un texto de Juan Ramón Jiménez en diálogo con su entrañable burrito:



LXXII( de "Platero y yo", 1917)


Este año, Platero, ¡qué pocos burros han venido con uva! Es en balde que los carteles digan con grandes letras: A SEIS REALES. ¿Dónde están aquellos burros de Lucena, de Almonte, de Palos, cargados de oro líquido, prieto, chorreante, como tú, conmigo, de sangre; aquellas recuas* que esperaban horas y horas mientras se desocupaban los lagares? Corría el mosto por las calles, y las mujeres y los niños llenaban cántaros, orzas**, tinajas...

¡Qué alegres en aquel tiempo las bodegas, Platero, la bodega del Diezmo! Bajo el gran nogal que cayó el tejado, los bodegueros lavaban, cantando, las botas con un fresco, conoro y pesado cadeneo; pasaban los trasegadores, desnuda la pierna, con las jarras de mosto o sangre de toro, vivas y espumeantes; y allá en el fondo, bajo el alpende, los toneleros daban redondos golpes huecos, metidos en la limpia viruta olorosa... Yo entraba en Almirante por una puerta y salía por la otra- las dos alegres puertas correspondidas, cada una de las cuales le daba a la otra su estampa de vida y luz-, entre el cariño de los bodegueros...

Veinte lagares*** pisaban día y noche.¡Qué locura, qué vértigo, qué ardoroso optimismo! Este año, Platero, todos están con las ventanas tabicadas y basta y sobra con el del corral y con dos o tres lagareros.

Y ahora, Platero, hay que hacer algo, que siempre no vas a estar de holgazán.

...Los otros burros han estado mirando, cargados, a Platero, libre y vago; y para que no lo quieran mal ni piensen mal de él, me llegó con él a la era vecina, lo cargo de uva y lo paso al lagar, bien despacio, por entre ellos... Luego me lo llevo de allí disimuladamente...


* Conjunto de caballerías de carga.
** Vasija sin asas.
*** Recipiente donde se pisa la uva para obtener el mosto.

extraído de "Platero y yo"- Juan Ramón Jiménez- Ediciones Anaya, 1985.


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jueves, 6 de marzo de 2008

Lunas, Penas y Gitanos

Ese es el título de un pequeño librito de bolsillo que me acompaña desde hace varios años, creo que algo así como ocho. Es una antología de Federico García Lorca, que contiene poemas de los libros "Libro de Poemas", Canciones", "Primeras canciones", "Poema del cante jondo" y el conocidísimo "Romancero Gitano". Es un librito humilde, de tapas blandas y papel áspero, pero incluye comentarios muy interesantes de la obra, a cargo de la señora Delia Nilda Arrizabalaga. Por último, y sin ser menos importante, sino justamente lo contrario, entre sus páginas aparecen dibujos-garabatos realizados por ese brujo-poeta-andaluz.
Hago este post hoy porque ya pasó mucho tiempo desde que mencioné a Federico García Lorca. Teniendo en cuenta que fue la fuente de inspiración para la creación del blog, me siento en el deber de rendirle mi humilde homenaje.
Ahora comparto con ustedes un poema de su primer libro:


"Canción otoñal" ( de "Libro de Poemas", 1918, Granada)



Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la lus del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario c0n ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?

¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizás no exista,
y del mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos de la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el amor no tiene flechas?

¿Si la muerte es la muerte,
que será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara!¡Luna nueva!
¡Almas rudas de las piedras!
hoy siento en el corarzón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.
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Extraído de "Lunas, Penas y Gitanos"- de Errepar, edición del año 1999.
www.errepar.com




El día que leí ese poema mis penas también eran blancas. ¡Afortunada!.
Pasaron los años, perdí sin notarlo casi toda inocencia
y la tristeza, tan pura entonces,
pide turno en mi agenda.





lunes, 3 de marzo de 2008

Aunque no pueda jugar...

L L U E V E... llueve
l
u
e
v
e...

Así están las cosas. Las noticias, las ideas, los impresiones, todas pasadas por agua. Dice el pronóstico que seguirá lloviendo, entonces Buenos Aires se llena de paragüas zigzagueantes y un murmullo quejumbroso que se repite en coro. Y yo busco desorientada algo que leer, pero los libros que encuentro a mi alcance parecen tener títulos inadecuados, o bien, al abrirlos, me decepcionan por la asepsia del papel con que están hechos. Estoy condenada a quedarme acá.

Por otra parte, la lluvia no me incomoda, como a la mayoría de las personas. Me encanta la sinfonía de sensaciones que despierta en mí. La lluvia nos moja la piel y ya no podemos dejar de ignorarla, la sentimos a cada segundo. La lluvia nos iguala, nos vulnera y hermana con cualquier extraño que camina por la misma acera. Nos muestra también los verdes más verdes desde las copas de los árboles, los grises más grises desde el smog citadino y las grietas de los viejos edificios. Y nos hace sentir miserablemente humanos. Pero me gusta.
Recuerdo unos versos que leí en la escuela. Tendría nueve años y formaban parte de una de esas poesías inocuas que aparecen en los libros de lectura de primaria, decían algo así:

"Me gustan los días grises
aunque no pueda jugar;
me gusta saber que,
a veces, el cielo puede llorar"

Siempre me pregunto porqué se habrán grabado esos versos en mi memoria. ¿Será que me gustaba la idea del cielo llorando?¿habré sentido que si el infinito cielo lloraba todavía quedaban esperanzas?. No lo creo. Más bien me parece que me agradó la imposibilidad de jugar. La poesía probablemente hacía alusión al encierro obligado al que suelen verse sometidos los niños ante tales condiciones climáticas. No deja de ser algo anacrónico, los niños de hoy sólo juegan dentro del confort de sus casas, con sus consolas de juego o computadoras. Pero hay cierta verdad en la premisa. En días grises como hoy es difícil jugar, sostener la careta. Nos hacemos menos leves, entonces llevar el peso de nuestra persona nos deja exhaustos. No tenemos fuerzas suficientes para fingir ser alguién más o escondernos de nosotros y del resto... Por eso todos ponen tanto afán en no mojarse, para no sumarse más peso encima... y también para intentar cierto disfraz en esa ocupación fútil. Así están las cosas.
LLueve.